miércoles, 26 de agosto de 2015

La caída del hombre de oro, por Venancio Coñuepan.

El Gobierno le está dando un portazo a los mapuches que quieren diálogo” y “el
Gobierno tiene que dialogar con los camioneros, dejarlos pasar. Tienen razón, ellos
no son responsables del conflicto mapuche. Esa es una responsabilidad de Estado”.




La caída del hombre de oro,

por Venancio Coñuepan.






Mientras camioneros viajan en caravana con máquinas quemadas a Santiago y CONADI sigue tomada en diferentes ciudades por líderes mapuches, el Ministro de Interior Jorge Burgos le solicitó la renuncia al Intendente de la Araucanía Francisco Huenchumilla.


El ahora ex Intendente Huenchumilla, acusa: “Una vez más el Estado chileno no entiende esta situación. Siento que la Nueva Mayoría no sea capaz de entender estos nuevos fenómenos y no tengan el código para leer lo mal que estamos”. Agregando: “Una hora antes de entregarla -la propuesta de Huenchumilla-, Burgos me llamó por teléfono y me dijo que se la entregara como un ciudadano común (…) no sé qué pretenden, imagino que volver al garrote y al encarcelamiento, como lo hicieron anteriores autoridades”.


Para rematar diciendo: “El Gobierno le está dando un portazo a los mapuches que quieren diálogo” y “el Gobierno tiene que dialogar con los camioneros, dejarlos pasar. Tienen razón, ellos no son responsables del conflicto mapuche. Esa es una responsabilidad de Estado”.


La respuesta del Ministro Burgos, no fue menos contundente: “…sería raro que un Intendente regional, que tiene un juicio de reproche tan grave, que forma parte de un Gobierno que no busca el diálogo, no se vaya antes. Descubrió ahora que nosotros no buscamos el diálogo porque se le pidió la renuncia”. Por último, agrego: “los Intendentes proponen planes a las autoridades superiores, los Intendentes son representantes de la Presidente de la República, no son autoridades autónomas que digan y hagan lo que quieran”.


Huenchumilla, que en mapudungun significa hombre de oro, es un abogado, académico y político de la Democracia Cristiana. Fue Diputado (1990-2002), Ministro Secretario General de la Presidencia (2003-2004), Alcalde de Temuco (2004-2008) e Intendente de la Región de la Araucanía (2014-2015). Que duda cabe es el mapuche que más lejos ha llegado en las entrañas del poder occidental en los últimos 40 años. Ya habrá tiempo para analizar en frio que tan buena o mala fue su gestión.







Sin embargo, la caída del militante indígena perfecto, la caída del hombre de oro significa algo mucho más profundo: significa el fin de la política indígena de la Concertación -hoy Nueva Mayoría-.




Una política indígena que comenzó en 1989, con la firma del Acuerdo de Nueva Imperial, donde representantes de organizaciones indígenas del país y el entonces candidato Presidencial Patricio Aylwin suscribieron un acta de compromiso por medio del cual las organizaciones indígenas se comprometieron: “1. Apoyar y defender el futuro Gobierno de la Concertación (..); 2. A canalizar sus legítimas demandas de aspiraciones de justicia frente a los graves problemas que afectan a los pueblos indígenas a través de las instancias y mecanismos de participación que serán creados por el futuro Gobierno de acuerdo a lo previsto en el Programa de la Concertación, a objeto de facilitar una acción más efectiva y coordinada del Estado y las Organizaciones Indígenas que permita avanzar en la solución de dichos problemas.”


Por su parte, el candidato Patricio Aylwin se comprometió a: “Hacer suya la demanda de los pueblos indígenas… expresada en el Programa de la Concertación (…) . Finalmente se compromete a poner todo su esfuerzo y voluntad en impulsar las iniciativas Legislativas, administrativas y económicas necesarias para concretar los planes y medidas contempladas en el Programa de Gobierno de la Concertación”.


El resultado de este acuerdo y las posteriores políticas impulsadas fueron: la aprobación del Convenio 169 de la OIT, la dictación de la actual Ley Indígena 19.253, la CONADI, el Consejo Nacional de CONADI, el fondo de tierras, entre otros.


También son resultados de estas políticas -hasta hoy vigentes-: el exacerbamiento del clientelismo político, la nula representación parlamentaria mapuche, la corrupción en las compras de tierras, los sobreprecios de tierras, la atomización de las organizaciones indígenas, la criminalización de las demandas indígenas, la violencia cada vez más latente y una polarización de la sociedad.


La Araucanía esta tan fracturada que creemos que los enemigos son los “racistas agricultores” o aquellos exaltados “mapuches terroristas”, cuando en realidad nuestros verdaderos enemigos son aquellos falsos amigos que el próximo año irán a nuestras rucas, irán a nuestras casas con falsas promesas, las mismas que al año siguiente olvidarán. Ya que a ellos no les conviene solucionar el conflicto en la Araucanía. No, eso significaría tener menos control y poder sobre nosotros. Por el contrario, estos falsos amigos promueven con jolgorio aumentar el Estado, crear un Ministerio Indígena, seguros contra las víctimas, leyes de cuotas, entre otras cuestiones, ya que de esta forma podrán robustecer sus redes clientelares, ofrecer subsidios y bonos, perpetuándose vilmente en el poder a nuestras cosas.


En tiempos de agudización de la violencia, y ante la inacción del Estado, se hace más necesario que nunca un genuino diálogo entre los diferentes pueblos que habitamos la Araucanía; un diálogo que nos permita reconocernos y perdonarnos, forzar los cimientos necesarios para construir una región y un país donde todos podamos convivir de manera armónica y respetuosa.