"En Chile se está perdiendo la amistad cívica".
Patricia Matte advierte que la reforma educacional
ha creado un clima de polarización en el país: "El proyecto se va a
mejorar en el Senado, pero no sé si estamos a tiempo para dar vuelta la
tortilla y partir por el lado correcto". A nombre de la derecha, la
presidenta de la SIP -que posee 17 colegios- hace un mea culpa por no
impulsar a tiempo cambios en la educación municipalizada. "No nos dimos
cuenta que el sistema tenía demasiados problemas visibles desde hacía
años".
© José Miguel Méndez
"Los papás no eligen colegios privados porque son
privados, los eligen porque son mejores (...) La mayoría de los padres
que hoy están contra la reforma, probablemente votaron por Bachelet,
pero están enojados porque se les ha tocado la pieza más sensible: sus
hijos".
La presidenta de la Sociedad de Instrucción Primaria (SIP) -que
tiene 17 colegios en el sector sur y norponiente de la capital que se
caracterizan por sacar altos puntajes en el Simce- repite lo mismo que
han dicho muchos actores ligados al tema: que el gobierno de Michelle
Bachelet equivocó la forma en que partió la reforma educacional.
“No
soy de las que piensa que no hay que hacer una reforma educacional; hay
que hacerla, hay que apretar el acelerador para que los cientos de
niños y niñas no se sigan perdiendo en las mismas escuelas que sabemos
-por más de 20 años- son las peores de Chile. Por eso, había que partir
por fortalecer la educación pública”, cuenta desde una sala de reuniones
de la sede de la SIP, ubicada en un antiguo edificio que mira hacia la
Plaza de Armas.
-En 2011, en plenas movilizaciones
estudiantiles, usted dio una entrevista donde reclamó que se había
“perdido el camino” y que, en vez de empezar por la educación superior,
había que partir por la educación escolar. Eso es lo que decidió hacer
el gobierno de Bachelet. ¿Por qué está tan preocupada?
-Efectivamente
dije eso, recuerde que en 2006, en plenas movilizaciones, la presidenta
convocó a una comisión en la cual yo participé y en la que estaba
representado todo el espectro político. Discutimos lo mismo que se está
discutiendo ahora y, después de mucha pelea, concluimos que para poder
fortalecer el desempeño de los alumnos que no habían tenido las mismas
oportunidades que otros, había que partir por pre básico, básico y
media. Hoy mismo todos los grupos de la educación superior quedaron
insatisfechos con el presupuesto del 2015, porque partir por dar
gratuidad en la educación superior -otra de las promesas del gobierno-
es tremendamente caro y eso significa que no van a alcanzar los recursos
para fortalecer la educación escolar que sí hace la diferencia.
-La
presidenta Bachelet ha hablado de una “campaña del terror” en contra de
la reforma educacional. ¿Cómo siente esa frase alguien como usted, que
ha salido a cuestionar la reforma?
-No estaríamos haciendo
ninguna campaña del terror ni nada si estuviéramos discutiendo qué vamos
a hacer para que la educación pública mejore. Quienes verdaderamente
tienen terror son los padres, que temen que no tengan ninguna opción
para sus hijos. El sábado pasado tuve un encuentro con apoderados de
nuestra red de colegios y me di cuenta que los padres están más
asustados de lo que creía. Un padre me preguntó: ¿Y la SIP va a dar la
pelea hasta el final para seguir como es hoy o se transformará en
privado? Yo le respondí que sí, que no teníamos vocación de privado.
Pero los padres creen que si nos siguen poniendo palitos, a la larga la
SIP va a empeorar, no va a crecer o dejará de hacer cosas.
-¿Y eso puede pasar?
-Acabamos
de paralizar tres proyectos nuevos que teníamos prácticamente listos:
íbamos a construir una escuela técnica media en la población La Bandera
que se cayó porque el terreno era en comodato y ahora no se acepta
construir en terrenos que no sean propios. Lo mismo pasó con dos
jardines infantiles.
-Ya casi es un consenso que el
ministro debió haber partido al revés la reforma, es decir,
fortaleciendo la educación pública, ¿por qué cree que no se corrige
esto?
-Por una cuestión ideológica que prima por sobre todo.
Ellos quieren cambiar el sistema de verdad. Era tan simple como decir
en un período de 40 años vamos a terminar con los sostenedores que
lucran. Ese tiempo le permite a los sostenedores buenos, que realmente
quieren vivir su vida y ser emprendedores de la educación, tener el
tiempo para ajustarse a ese requisito. Estamos discutiendo y cortándonos
las venas por cosas que no valen la pena y perdiendo amistad cívica, lo
que es muy grave. Los papás no son ideológicos en su elección; no
eligen colegios privados porque son privados, los eligen porque son
mejores, porque hay disciplina, hay valores, porque sus hijos estarán
mejor cuidados… La mayoría de los padres que hoy están contra la reforma
educacional, probablemente votaron por la presidenta Bachelet, pero
están enojados porque se les ha tocado la pieza más sensible: sus
hijos.
-¿A qué se refiere con que se perdió la amistad cívica?
-A
que en el futuro no vayamos a tener las grandes conversaciones que hay
que tener como país, por ejemplo, un acuerdo país, qué porcentaje del
PIB vamos a destinar a educación. Y la pérdida de esta amistad cívica no
sólo la veo en educación sino que en muchas otras cosas, como en la
nueva institucionalidad política que nos debiera cobijar. Es imposible
tener amistad cívica en una parte y pelearse a muerte en otra. Hay
ciertas cosas que hay que cambiar, tenemos que hacer una reforma
política para que exista más respeto, más democracia y exista mayor
confianza, porque hoy se ha perdido totalmente la confianza; tenemos que
tener una mejor educación, pero para eso necesitamos tener las
conversaciones sobre los elementos centrales.
EL "BULLYING" A AYLWIN Y BRUNNER
-Para la reforma tributaria se habló de una “cocina” en el
Senado. Si esa cocina volviera para la reforma educacional, ¿qué puntos
son los que usted estima como claves?
-Si hay algo en que
uno sí tiene que ponerse de acuerdo, es en educación, porque los
resultados son a 10, 20 años, quizás con qué gobierno. Finlandia empezó
su reforma el 63, y el 85 terminaron de traspasar los colegios a la
nueva modalidad que diseñaron, todo en forma gradual y sin matar a los
privados con fines de lucro de un paraguazo.
-¿Ha
hablado con senadores de la Nueva Mayoría? Carlos Montes, por ejemplo,
ha hecho públicas sus diferencias con varios puntos de la reforma.
-Veo
que gente de la ex Concertación -hoy Nueva Mayoría- no sólo no son
escuchadas, sino que están siendo sometidas a bullying, como José
Joaquín Brunner y Mariana Aylwin, quien debería estar al lado del
ministro. No me cabe en la cabeza que este tipo de persona esté en el
margen total. Me deprime mucho que hoy, los que pensamos distinto frente
a la reforma, no tengamos con quién hablar. En los pasados gobiernos de
la Concertación siempre había alguien que te escuchaba tu punto de
vista. Edgardo Boeninger, por ejemplo, cuando no tenía ningún cargo, fue
pieza vital para los acuerdos que se llevaron para cambiar la LOCE por
LGE. En el margen el proyecto va a mejorar en el Senado, pero me deprimo
porque no sé si estamos a tiempo para este año dar vuelta la tortilla y
partir por otro lado.
-¿Ha hablado con Eyzaguirre? ¿Cómo lo ve?
-Sí,
y le dijimos que había partido al revés. Él se veía como queriendo
aprender de las experiencias buenas, conocía muy poco la SIP y nos
derivó a otros lados para transmitir nuestra experiencia. Me hubiera
encantado que la presidenta Bachelet hubiera asumido el liderazgo como
lo hizo el 2006, cuando nos convocó a todos y hubo un acuerdo que no
dejó a todos satisfechos. Pero en la discusión nos miramos la cara
durante seis meses los que pensábamos diferente, pero nos hicimos
amigos. Y ya en ese momento había un grupo, pequeño, que estaba en
contra de los sostenedores con lucro.
-Después se cuestionó mucho ese acuerdo en que todos los partidos se tomaron y levantaron las manos…
-Yo
no levanté las manos, porque estaba en segunda fila y siempre vi que
habían integrantes que no firmaron el acuerdo, como los estudiantes
representantes del Crunch, el diputado Carlos Montes…, pero ese camino
de diálogo nos permitió tener una nueva institucionalidad educacional.
-Para
tener un ejemplo, ¿cómo afectaría a la SIP en concreto la reforma de
ser aprobada tal cual como está hoy en el Senado, según sus
proyecciones?
-El fin al copago nos pega muy fuerte. El
padre que paga se compromete más. En la SIP nuestro copago es de $12
mil, y en la otra fundación que dirijo (Los Nogales), que tiene un solo
colegio, es de $38 mil; y estos recursos que aportan los padres se
pueden manejar con total flexibilidad, no así los recursos que aporta el
Estado vía subvención preferencial, están totalmente acotados. Lo que
de verdad hace la diferencia en un proyecto educativo se hace con el
pago de los padres. Hoy destinamos el cien por ciento de la subvención a
remuneraciones de nuestros profesores, y todo lo novedoso que tiene que
ver con talleres de talentos, por ejemplo, lo hacemos con el aporte de
los padres y donaciones privadas. Otro punto que nos afecta es el fin a
la selección.
-¿Por qué valoran tanto el proceso de selección?
-Porque
no es que queramos seleccionar en forma discriminatoria, si no que para
nosotros es irremplazable la conversación con el apoderado. En el
contrato de la fundación Los Nogales el apoderado se compromete a
colaborar con el colegio y a poner en práctica el proyecto educativo, o
sea, tiene que estar de acuerdo con la disciplina, el respeto por el
profesor, el amor por el trabajo bien hecho, es decir, hay una serie de
variables de nuestros valores fundantes.
-¿Comparte la
visión de expertos como Sergio Urzúa y Arturo Fontaine en torno a que la
reforma educacional, tal como está concebida, va a terminar dañando más
a la educación pública, porque incentiva a la migración desde colegios
municipales a subvencionados que van a pasar a ser gratuitos?
-Teóricamente
nosotros deberíamos estar muy contentos y tranquilos con la propuesta
de la presidenta Bachelet, ya que por un lado aumenta la subvención
fuertemente; eso nos conviene a los subvencionados. Y todos los colegios
con fines de lucro que se cerrarían nos permitirían tener muchos más
alumnos.
MEA CULPA
-¿Le
parece que la derecha, su sector, está pagando el precio de no tener una
política clara en cuanto a educación en los últimos años y sólo
reaccionar a las propuestas que vienen desde la izquierda?
-Nos
faltó hacer a tiempo una crítica de lo que habíamos construido. Creo en
la educación descentralizada y en la autonomía de los establecimientos y
por ello apoyé la municipalización de la educación, pero no nos dimos
cuenta, ni fuimos lo suficientemente críticos, a tiempo, de que el
sistema municipal adolecía de demasiados problemas, y que muchos de
estos problemas eran visibles desde hace muchos años. No nos dimos
cuenta a tiempo que era indispensable tener una institucionalidad como
la que tenemos ahora con una superintendencia y agencia que controlen,
de cierta forma, los desempeños.
-¿Cómo evalúa usted los cuatro años de Sebastián Piñera en cuanto a educación?
-Se
avanzó mucho: se sacó adelante la superintendencia de agencia y se
proveyó una respuesta bastante razonable frente a todos los problemas
que había en educación superior, se aumentó el gasto en educación pre
básica. Pero al gobierno le faltó más fuerza de convicción para decir:
nosotros creemos que, para realmente hacer la diferencia en educación,
requerimos avanzar mucho más en calidad de la educación pre básica,
básica y media e inyectar muchos más recursos.
-¿Y qué tiene que hacer el sector hacia el futuro? ¿O le basta con oponerse a la reforma actual?
-Deberíamos
tener una propuesta programática propia y lo menos ideológica posible,
todo de forma sistemática, porque en la educación no se producen cambios
de un día para otro. Y partir por los profesores.
-Hay
quienes comparan a esta reforma con el Transantiago, porque el diseño y
la implementación son cruciales. ¿Está de acuerdo con eso?
-Estoy de acuerdo, porque en educación más que en ninguna otra cosa los cambios implican a todos.
Tomado de Revista Que Pasa.