Ciudadanía y poder
por Fernando Ravsberg.
"Mi autoridad emana de vosotros y ella
cesa ante vuestra presencia soberana",
José Artigas
Leyendo un análisis científico sobre los órganos de poder en Cuba me vino a la cabeza una frase de Tomás Gutiérrez Alea, "Titón", quien, desde su óptica de cineasta, definía al socialismo como un buen guión con una pésima puesta en escena.
Pero no voy a hablar de las ideas del director de "Fresa y chocolate" sino del licenciado en Derecho Julio Cesar Guanche, autor de innumerables ensayos e investigaciones y asesor de Alfredo Guevara, Presidente del Festival de Cine de La Habana.
Evidentemente el investigador es una voz de izquierda pero logra desarrollar una gran objetividad crítica en su estudio sobre "La participación ciudadana en el Estado cubano", donde analiza el proyecto original y su posterior aplicación práctica.
Guanche explica que institucionalmente el sistema político cubano ofrece dos posibilidades de participación ciudadana, las elecciones y el referendo popular, aclarando que este último nunca ha sido promovido desde la base.
Muy pocas de las decisiones importantes de los últimos 50 años se tomaron mediante referendo popular. En algunos casos se realizaron debates consultivos y en otros se decidió con el aplauso de un millón de ciudadanos en la Plaza de la Revolución.
La falta de referendos es más grave por algunas características del sistema electoral cubano, en concreto la prohibición de hacer campaña electoral, autorizando a los candidatos a publicar solo una pequeña reseña biográfica y una fotografía.
Así el ciudadano vota por personas y no por programas políticos, elige sin saber lo que piensa el candidato sobre los temas de su interés. En vez de entregar un mandato "se cede confianza a otro -el representante- para tomar la decisión", dice Guanche.
Otro problema de representatividad son las Comisiones de Candidatura que deciden quien será candidato en las elecciones. Se dice que el partido no postula pero lo cierto es que sus militantes ocupan el 90 % de los escaños, dejando muy poco espacio al resto de la ciudadanía.
El académico señala que ese acceso al poder debería ser universal lo que implica dar "la posibilidad de ingreso a la toma de decisiones estatales de corrientes de opinión que, respetando el ordenamiento legal, sean diferentes a las statales/gubernamentales".
Es cierto que existen mecanismos no institucionales como los debates en las organizaciones sociales pero Guanche concluye que son solo "consultivos" porque el ciudadano no tiene poder real de "decisión, control, evaluación y revocación".
Recuerdo que a inicios de los 90 hubo una de estas consultas y en todas las reuniones que participé la gente pedía la reapertura de los preuniversitarios en las ciudades. Sin embargo, estos continuaron en el campo 15 años más sin que nadie diera la menor explicación.
Más recientemente, se debatió púbicamente la agenda del VI Congreso del Partido Comunista pero no se informó cuáles fueron las opiniones o críticas que se recogieron. Así que al cubano solo le queda tener "fe" en que los dirigentes lo tomarán en cuenta.
Es verdad que en un congreso de los comunistas son sus militantes los únicos con voz y voto pero en el caso de Cuba el ciudadano merece un mayor espacio de participación porque se trata de un partido único que decide el rumbo de toda la nación.
Otro aspecto importante del análisis de Guanche es la necesidad de crear un órgano constitucional "para la defensa de derechos, que invoque en todo caso la supremacía de la Constitución ante lesiones de derechos o ante contradicciones legales".
Serviría para controlar que los poderes del Estado no violen la ley de leyes y también para que el ciudadano presente una demanda si les prohíben entrar a un hotel, le niegan la posibilidad de emigrar a la capital o cualquier otro derecho constitucional.
El peligro que se enfrenta cuando no hay mecanismos de control sobre el gobierno, es que este termine situándose por encima de la ley y marginando del poder al único soberano genuino que puede tener una nación, su propio pueblo.
Es un principio que teóricamente todos aceptan pero en la práctica los gobiernos van a la guerra, "salvan" bancos o limitan la libertad de viaje sin consultar a la gente. Son puestas en escena que olvidan el espíritu con el que un día se escribió el guión.
El trabajo de Guanche tiene 120 páginas, por su profundidad no pueden ser sintetizado en un post, solo pretendo despertar el interés de mis lectores porque, más allá de cuánta razón tenga, creo que representa un análisis objetivo y profundo.
Ojalá sea útil también a los diputados y delegados porque son ellos quienes deberían resolver algunas de estas contradicciones para lograr que la representación que se les entregó responda, por encima de todo, al mandato soberano del pueblo.
(Tomado de Cartas desde Cuba, de BBC)
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