domingo, 29 de junio de 2014

La Araucanía: alentar la integración y no los conflictos

El discurso de autoridades como el Intendente de la Región debe buscar la integración y no la creación de espacios excluyentes para las etnias.




La Araucanía: alentar la integración y no los conflictos


  

Las declaraciones formuladas por el Intendente de la Novena Región no contribuyen a generar las condiciones y la disposición requerida de todos los sectores para lograr soluciones efectivas al denominado “conflicto mapuche”.  Su cargo representa al Gobierno nacional en esa Región y luego su autoridad debería ser ejercida de manera que todos los ciudadanos se sientan incluidos en sus prioridades y preocupaciones.


Frente a las problemáticas que surgen a partir de la relación de las distintas etnias presentes en el país, existen dos lógicas que pueden inspirar la forma como la sociedad las resuelve: la lógica del conflicto o la lógica de la integración. En la primera subyace la noción de que unos invaden los espacios de otros y que la convivencia es imposible, con lo cual la única solución sería crear espacios y culturas excluyentes. En la otra subyace la noción que los países se forman a partir del aporte de las distintas etnias y culturas, donde el objetivo es precisamente crear las condiciones para que ellas puedan convivir en forma colaborativa y respetuosa, aportando cada una a la conformación de una nación organizada en un Estado que las respeta y representa. 


Chile debe aprender de la experiencia de los países desarrollados, que han logrado, a partir de esta lógica de la integración, solucionar los conflictos históricos entre sus diferentes etnias sin que ninguna haya debido renunciar a sus propias culturas. Para ello es indispensable un discurso y políticas coherentes, que se adelanten a los conflictos y que no sean simples reacciones para mitigarlos.


En lo que se refiere a las declaraciones del Intendente Francisco Huenchumilla, en orden a que los propietarios de grandes extensiones de terrenos en su Región debían entender que “deben entregar su fundo”, resultan odiosas y alientan una confrontación social que el país pensaba desterrada. Que unos abandonen sus tierras para que otros las ocupen no puede ser la forma de lograr la integración, particularmente cuando se trata de quienes han sido víctimas de atentados y amenazas de sectores radicalizados, y resultaría clarificador que desde el propio Gobierno se corrigieran estos dichos.


También resulta contradictorio con este espíritu la renuncia anticipada y de plano que han hecho las autoridades de Gobierno a aplicar la Ley Antiterrorista frente a hechos ocurridos en el marco del conflicto mapuche. El argumento de que esa Ley “no es una herramienta para resolver los conflictos sociales” es erróneo, porque precisamente lo que tiende a alentar la conflictividad es que se permita el uso de la violencia y el terror como forma de defender una determinada pretensión o reclamación, lo que perjudica a la inmensa mayoría de quienes buscan resolver los problemas de los pueblos indígenas a través del entendimiento y por las vías propias de una democracia.


Por último, también alienta la conflictividad el hecho que el Estado no tenga una actitud proactiva frente a los problemas evidentes y largamente identificados en esa Región: la persistencia de los más altos niveles de pobreza y los peores resultados en educación escolar, entre otras cifras, son una prueba de que no se han puesto los medios ni las prioridades para resolver sus carencias. 



Editorial tomado de Diario La Tercera

viernes, 27 de junio de 2014

Desde su prisión en Ramo Verde, Leopoldo López señala que "la dictadura aprieta la represión y la persecución porque se está desmoronando”.




VENEZUELA:

"Esto se derrumba".


Desde su prisión en Ramo Verde, Leopoldo López señala que "la dictadura aprieta la represión y la persecución porque se está desmoronando”.









El coordinador nacional de Voluntad Popular, Leopoldo López, expresó este viernes que las luchas internas en el Gobierno y el PSUV son la expresión de que "la dictadura se tambalea" y que asistimos al final de sus días.


En un breve pronunciamiento,  a través de su cuenta en Twitter acerca de la crisis que existe en el oficialismo, el dirigente opositor señaló que “la dictadura aprieta la represión y la persecución porque se está desmoronando”.


López aseguró que “los pronunciamientos de Ministros son una muestra de la descomposición y la corrupción. ¡Se han robado 30 mil millones de dólares!, indicó.


Como se sabe el ex Alcalde de Chacao y principal impulsor de un vasto movimiento político que busca la renuncia de Nicolás Maduro permanece  encarcelado y en régimen de aislamiento en la prisión militar de Ramo Verde, en espera de un juicio por organizar una manifestación pacífica el pasado 12 de febrero.


El Gobierno de Maduro, a través de la Fiscal General Luisa Ortega Díaz, acusa a López por los actos de violencia que se produjeron el 12 de febrero al término de una marcha pacífica que acabó con ataques contra edificios y bienes públicos.


miércoles, 25 de junio de 2014

UDI propone a Peñailillo que estudie una Ley de reparación a las víctimas de violencia en La Araucanía.






UDI propone a Peñailillo que estudie una Ley de reparación a las víctimas de violencia en La Araucanía.



Presidente del gremialismo, Ernesto Silva, planteó otras tres medidas. Si bien dijo que la entrega de tierras "no es la solución", pidió que se "premie los grupos que contribuyen a la paz en la Araucanía".

 

 

por Pablo Cádiz y Rosario Alvarez, Diario La Tercera.



Un paquete de cuatro medidas planteó hoy el Presidente de la UDI, el Diputado Ernesto Silva, al Ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, en relación a la situación de la Región de la Araucanía.


El Parlamentario aseveró que "la UDI entiende que esto es un tema de Estado, que se requiere avanzar con unidad, con mirada de futuro y asegurando especialmente el Estado de Derecho y resguardando a las víctimas".


Las propuestas planteadas por la UDI son:


LEY DE REPARACIÓN:
Silva detalló que "le hemos pedido al Gobierno que estudie una Ley de reparación a las víctimas, por la responsabilidad que ha tenido el Estado por lo que han sufrido en el pasado. le hemos pedido que esta medida se pueda estudiar, y prontamente se pueda traducir en un proyecto de ley".


FISCALES
La segunda propuesta apunta a estudiar que "ciertos delitos en el país, de especial gravedad y violencia no solo en esa Región sino que en otros lugares de Chile, puedan ser una jurisdicción aparte, es decir, que no tengan que estar los Jueces en la Región, con la presión de las comunidades y otros grupos decidiendo sobre estos y otros temas".


"Nos parece que es una medida innovadora, de futuro, y que se hace cargo de un amedrentamiento que muchas autoridades hoy día sufren, y que contribuye a la mirada de largo plazo", explicó.


COMISION REVISORA DE LEY ANTITERRORISTA
La UDI expresó su deseo de que "un integrante de nuestra mirada participe de la comisión de revisión de la Ley antiterrorista. Nos parece importante poder participar".


ENTREGA DE TIERRAS
La cuarta medida que solicitó la UDI busca que en el proceso de entrega de tierras "se premie a los grupos que construyen la paz en la Araucanía".


Silva recalcó que la entrega de tierras "no es la solución para conseguir la paz, pero es una herramienta que hoy día está".


Junto con esto, el Parlamentario recalcó que "nos parece que la Región de la Araucanía es una Región que ha sufrido prostergación, y la postergación no le pertenece a un grupo étnico ni a una parte de la Región, le pertenece a toda la Región. Por eso yo quiero recordar que en nuestro Gobierno el crecimiento y la superación de la pobreza fueron fundamentales y la región avanzó. Le hemos planteado también al Gobierno la importancia de ponerse metas en materia de crecimiento y en materia de superación de la pobreza".


SILVA DICE QUE INTERPELACION Y DIALOGO VAN POR CUERDAS SEPARADAS.


Consultado sobre cómo se dialoga con un Ministro ad portas de presentar una interpelación en su contra, el Diputado Silva respondió que "en un tema de Estado no hay que confundirse".


"Las bancadas han planteado una interpelación para poder abordar temas puntuales de violencia en la Región que tienen que ser contestados. Esperamos que sea una buena oportunidad para un diálogo ciudadano. Una cosa diferente tiene que ver con cómo construimos una política de Estado", agregó.


El encuentro entre Peñailillo y Silva se suma al ya sostenido esta tarde con representantes de RN, para abordar precisamente las medidas que impulsará el Ejecutivo en materia indígena.

martes, 24 de junio de 2014

Araucanía: historia a tener en cuenta...

Hay que tener presente que los mapuches que usan de la violencia en sus “reivindicaciones” son una minoría entre los miembros de esa etnia y que la mayoría de ese pueblo quiere vivir y progresar en paz.



Araucanía: historia a tener en cuenta



El debate tendiente a dar solución al conflicto mapuche debería tener presente sus datos históricos -los fidedignos-, en cuanto explican su intrincado y complejo desarrollo. La imposición de fórmulas de arreglo sustentadas en eslóganes de raíz ideológica, desapartados de esta realidad, solo nos hará estrellarnos nuevamente en la ineficacia y el agravamiento de la tensión imperante. Una y otra vez, en efecto, se ha recurrido a la entrega o "devolución" de tierras como el eje de la solución rectificadora, y aun cuando hoy mismo se admite por la autoridad la variedad de factores que condicionan la pobreza dura de un sector significativo, aunque minoritario, de la etnia mapuche de la VIII y la IX Región, el corazón de los planteamientos Gubernamentales sigue estando situado en la compra de tierras por el Estado para su posterior dación a las comunidades.


Los indígenas que a fines del siglo XVIII y a principios del siguiente habitaban entre los ríos Biobío y Toltén tenían una economía de subsistencia, basada en la caza y en la recolección, con una agricultura muy rudimentaria y carente de técnicas, lo que explica que los asentamientos de las agrupaciones familiares (rehues y ayllarehues) fueran muy precarios y tuvieran una gran movilidad. La principal preocupación de los Gobiernos de la República fue la colonización de los terrenos baldíos existentes en el país. Una Ley de 1845 autorizó al Ejecutivo para establecer colonias de chilenos y extranjeros en 6.000 cuadras de tierras Fiscales al norte del río Copiapó, al sur del río Biobío y entre ambos ríos. Otra Ley, más general, se promulgó en 1851. Bajo sus disposiciones se inició el establecimiento de colonos alemanes en Valdivia.


La colonización con extranjeros puso en primer plano un problema que preocupaba ya a los primeros Gobiernos republicanos, la civilización de los descendientes de pueblos indígenas, herencia del debate dieciochesco sobre la política que debía adoptarse respecto de ellos: separación o integración. La introducción de no indígenas en lo que después fue la Provincia de Arauco, con su secuela de ocupaciones fraudulentas de tierras, produjo honda inquietud entre los aborígenes, con escaramuzas, tentativas de incendios, movimientos de tropas y permanentes alarmas entre 1853 y 1858. Una Ley de 1866 autorizó al Presidente de la República a "fundar poblaciones en los parajes del territorio de los indígenas que aquél designare", debiendo adquirir el Estado los terrenos de particulares que se estimare conveniente para eso. La Ley disponía, optimistamente, auxiliar a los indígenas que quisieran avecindarse en las nuevas poblaciones.


Reconociendo la Ley que la libre instalación en el territorio araucano de gran número de chilenos había causado graves problemas en torno a la propiedad de las tierras, diseñó un mecanismo para aplicar en La Araucanía las normas sobre dominio de inmuebles del Código Civil. Para ello dispuso "deslindar los terrenos pertenecientes a los indígenas", generando así títulos de dominio y registro Conservador de la propiedad, con planos de las posesiones asignadas "a cada indígena o a cada reducción", y reputándose "como terrenos baldíos y, de consiguiente, de propiedad del Estado", las tierras no asignadas y aquellas respecto de las cuales no se hubiera probado una posesión continuada y efectiva de al menos un año. Se aplicó así, a grupos humanos que se desplazaban por extensos territorios, el esquema de separación residencial concebido en el siglo XVI para proteger, en Chile norte y central, las tierras de indígenas que, según las políticas implantadas por el imperio inca, tenían una residencia fija.


¿Dónde surge el problema mayor? En que el terreno asignado a un indígena y a su descendencia o a una reducción, y a la descendencia de sus integrantes, constituía jurídicamente una comunidad. Como es obvio, al pasar los años y aumentar el número de los comuneros, la limitación de los terrenos obligó a numerosos indígenas a emigrar a las ciudades. Y, en contra de lo que habitualmente se dice, las comunidades indígenas lo eran solo jurídicamente, pues estaban divididas de hecho, aunque sin deslindes, entre los ocupantes, lo que ocasionó continuos problemas entre ellos y favoreció la introducción de no indígenas, así como las ventas fraudulentas de derechos. Las comisiones radicadoras, que cambiaron su constitución en el tiempo, otorgaron 2.919 títulos de merced sobre una vasta extensión de 526.285 hectáreas, para unos 83.170 individuos. La Ley N° 4.802, de 1930, suprimió la comisión radicadora.


Ahora bien, establecidas las comunidades, correspondía, según las normas del derecho privado, proceder a su división. A la Ley N° 4.169, de 1927, que dio las primeras normas sobre esta materia, siguieron varias otras, así como algunos decretos, que, según los períodos, facilitaron o restringieron la división. La Ley N° 13.511, de 1961, prohibió la enajenación de tierras de comunidades a personas no indígenas. Hasta la dictación de dicha Ley se habían dividido alrededor de 800 comunidades, originándose unas 14 mil pequeñas propiedades. Entre 1961 y 1971 se habían recibido peticiones de división de 1.362 comunidades, aunque solo se habían podido dividir 126, por la existencia de complejos problemas entre los comuneros.


La Ley N° 17.729, de 1972, contempló dos mecanismos para la "recuperación" de las tierras indígenas: la expropiación por utilidad pública y la restitución. La Cora expropió algunos terrenos para los indígenas, pero solo fueron entregados en usufructo.


Durante el Gobierno Militar prevaleció el principio de integración. Los DL N.os 2.568 y 2.695, de 1979, aceleraron el proceso de división de comunidades, en un intento por eliminar las diferencias jurídicas entre indígenas y no indígenas, que estaban dadas fundamentalmente por el vínculo con la tierra. Las limitaciones para disponer de ella, que en teoría debían favorecer al indígena, en la práctica le cerraron el acceso al crédito. Alrededor de 2.000 comunidades fueron divididas durante ese Gobierno.


La nueva Ley de Indígenas, N° 19.253, de 1993, cambió radicalmente el enfoque, pues busca no solo preservar los rasgos diferenciales de los indígenas, sino acentuarlos con la aplicación de numerosas medidas de discriminación positiva. Además, han sido incorporados a la nómina de "pueblos originarios" algunos cuya actual existencia no puede probarse científicamente, y se dio un giro total a la definición de indígena. Antes lo era quien probara ser descendiente de las personas beneficiarias de un título de merced. Ahora lo son los hijos de padre o madre indígenas; los descendientes de etnias ancestrales que habitan en territorio nacional, siempre que tengan al menos un apellido de ese origen, y los que posean rasgos culturales de alguna etnia indígena, como formas de vida, costumbres o religión. En este último caso será necesario que las personas se autoidentifiquen como tales. Pero las comunidades indígenas (ahora son agrupaciones de personas que provienen de un mismo tronco familiar, reconocen una jefatura tradicional o poseen o han poseído tierras indígenas, y, con ciertos trámites burocráticos, adquieren personalidad jurídica) y las personas naturales indígenas transfieren esta condición a la tierra y, por tanto, convierten en indígenas las que reciban a título gratuito del Estado. Esas tierras (art. 13) no pueden ser enajenadas, gravadas, adquiridas por prescripción, etc., salvo entre comunidades o personas naturales indígenas. Las tierras de comunidades no pueden ser arrendadas, dadas en comodato ni cedidas a terceros en uso, goce o administración. Las personas naturales indígenas podrán hacer esos contratos, pero con un plazo de 5 años. Las compras masivas de tierras por la Conadi en los Gobiernos de la Concertación y en el recién pasado de la Alianza de centroderecha han desgastado al erario, dando lugar, por lo común, a campos no trabajados, sin aliviar en nada la pobreza.


La aspiración final de las comunidades más radicalizadas y violentas es la "devolución" de un territorio en que viven más de un millón y medio de habitantes, de los cuales menos de un tercio tiene algún origen mapuche por el mestizaje imperante, y ciertamente una minoría aún más pequeña es aquella que "tira piedras al Estado", según expresara a nuestro diario el Intendente Huenchumilla, quien aparece empeñado en una solución global no enunciada sino en tres características centrales: compra de tierras, proyecto de desarrollo sustentable y participación política. Se trata, sin duda, de una autoridad que ha ocupado altas y delicadas responsabilidades en el pasado: Diputado, Ministro político en La Moneda, y Alcalde de Temuco. Se la comparta o no, su visión merece respeto, y en su momento habrá de evaluarse, pero ya a la luz del mérito de la solución que él mismo formule. Entretanto, hay el deber de prevenir sobre su señal confusa para el resto del país en cuanto al respeto al derecho de propiedad -una escritura pagada que no vale nada esgrimida frente al conflicto político-; y luego, su más que discutible paralelo entre el conflicto indígena y los conflictos planteados por Perú y Bolivia en La Haya, ya que este Tribunal internacional debe sentenciar de acuerdo a derecho, lo que incumplió burdamente en el caso del litigio con Perú.