El término economía zombi comenzó a
utilizarse
en Japón en los años noventa.
Europa, la región
de las economías zombi.
El nombre remite a las películas de terror y se usó por primera vez para
definir la situación de Japón en los años 90.
La economía nipona, estancada después del estallido de la burbuja
financiera-hipotecaria de los años ochenta, dejó de crecer y ningún estímulo la
quitaba de su estupor: era una "economía zombi".
La definición caló en el vocabulario económico. Como en la célebre
"Noche de los muertos vivos" de George A. Romero, una economía, un
banco o una compañía zombi son entidades virtualmente aniquiladas, pero que
resucitan con regularidad gracias a las masivas transfusiones que reciben.
En medio de la actual crisis económica mundial, varios países de la
eurozona y muchos de sus bancos y compañías empiezan a parecerse a esta
definición.
Entre los rescatados de la eurozona están Grecia, Portugal y la República
de Irlanda. Sin el motor de la Troika (Banco Central Europeo, Comisión Europea
y Fondo Monetario Internacional) estarían en la bancarrota: con esa respiración
artificial apenas se puede decir que tienen vida.
En España hay un rescate de 100.000 millones de euros en marcha (US$
122.000 millones): esta semana los ministros de finanzas de la eurozona
acordaron un primer soplido de vida de 30.000 millones (US$37.000 millones).
Más allá de la eurozona, en el Reino Unido, muchas compañías están sumergidas
en una carrera contra reloj para evitar la quiebra, asediadas por ese compañero
de viaje de las crisis: los buitres financieros.
"En la periferia de la eurozona, en el sistema bancario, en el mismo
Reino Unido se percibe con distinta intensidad esta situación zombi que vivió
Japón y que básicamente consiste en que los estímulos solo sirven para
mantenerlos en coma, pero no para recuperar la salud", señaló a BBC Mundo
Andrew Bowman, economista del CRESC, el Centro de Investigación del Cambio
Socio-Cultural de la Universidad de Manchester.
Países zombis
Estímulos no faltan. La semana pasada el Banco Central de Europa (BCE)
bajó la tasa de interés y el Banco de Inglaterra anunció una nueva inyección
monetaria para aumentar el crédito a la pequeña y mediana empresa.
Este tipo de estímulo comenzó a usarse durante la contracción crediticia
de 2007 y el estallido financiero de 2008 con la intervención tripartita de
Estados Unidos, la Unión Europea y China.
Esta intervención mantuvo a flote a las economías, evitando una catarata
terminal de bancarrotas e interviniendo algunos bancos para que su debilidad o
caída no arrastraran al conjunto.
La contrapartida fue la aparición de economías e instituciones zombis.
La recesión de 2009 profundizó las dificultades de países que habían
crecido de la mano de la burbuja financiero-inmobiliaria.
España y la República de Irlanda tenían superávit fiscal en 2007: con la
crisis pasaron a tener un fuerte rojo fiscal.
Grecia fue el primero en estallar. El rescate de mayo de 2010 evitó la
bancarrota del país, pero no la de sus habitantes y como a la larga no se puede
separar un destino del otro, hoy Grecia es una economía zombi que sigue al
borde de la cesación de pagos, más cerca del precipicio que hace dos años.
El respirador artificial de la Troika lo mantiene con vida, aunque el
mismo paciente cree que de seguir este tipo de tratamiento muy pronto se verá
obligado a abandonar a ingresar al mundo de los muertos en serio.
Y es que la existencia zombi obliga a una contínua renegociación de la
"sobrevida". El paquete de rescate de la República de Irlanda expira
a fines del año próximo: en 2014 Irlanda necesita 18.000 millones de euros
(US$22.000 millones) para evitar la cesación de pagos. Bienvenido al mundo
zombi.
El dinero zombi
A casi cuatro años de la caída del Lehman Brothers y el estallido
financiero, muchos bancos siguen en la cuerda floja.
El mes pasado, el Bank for International Settlements, que representa a
los bancos centrales del mundo, alertó que las entidades financieras están
saturadas de deuda en sus balances.
En la eurozona, el BCE está actuando como el prestamista de última
instancia de los bancos. En abril su exposición a Grecia, Portugal, Irlanda,
España e Italia se había duplicado en un año rozando el billón de euros
(US$1.227.000 millones de millones).
España es el temor más grande. A la nacionalización del banco hipotecario
más grande de España, Bankia, y el pánico sobre la salud de sus cajas de
ahorro, ha seguido el reconocimiento de que el sistema necesita por lo menos
100.000 millones de euros (US$122.000 millones) para evitar un colapso que
arrastraría a la banca europea. Según el Bank for International Settlements, a
fines de 2011 los bancos alemanes tenían una exposición de alrededor de
US$150.000 millones en la economía española: unos US$53.000 millones en sus
bancos.
¿Son estos acreedores de España y su sistema bancario unos zombis
virtuales, es decir, los próximos en la lista si hay un desbarajuste del
sistema bancario español? Como se sabe, si le debo US$100 dólares al banco el
problema lo tengo yo, si le debo US$1millón, el problema lo tiene el banco.
No en vano, en mayo, una de las agencias calificadoras de riesgo, bajó la
calificación de siete bancos alemanes porque tenían en su cartera activos de
riesgo tres veces superiores a su capital básico.
"Por el momento, todos están pateando la pelota para adelante. Pero
en algún momento habrá que pagar esa deuda. Lo que está haciendo el Banco
Central Europeo, por ejemplo, es absorber activos dudosos del sector privado.
En definitiva, tenemos una masiva transferencia de riesgo del sector público al
privado", señala Bowman.
La hora de los
buitres
Los bancos luchan con otros bancos o con sus bancos centrales para
refinanciar sus deudas: las compañías lo hacen con los bancos.
En el Reino Unido se calcula que en los próximos cuatros años las
compañías adquiridas por las Private Equity Firms tienen que pagar unos 110 mil
millones de libras (US$ 175.000 millones) para evitar una bancarrota.
En gran medida estas compañías son víctimas y causantes de los años locos
de la ruleta financiera. Uno de los rasgos dominantes de esos años fueron las
adquisiciones y fusiones de grandes compañías que se endeudaban sin control
alguno para expandirse con la certeza de que la fiesta no tenía límites.
Hoy esas compañías están pagando los platos rotos. Premier Food,
el más importante productor de alimentos en el Reino Unido, quedó con cerca de
US$2.000 millones de deuda por un voraz proceso de expansión entre 2004 y 2007.
El General Healthcare Group, un hospital privado, terminó con más de US$2.000
millones y, según el Sunday Times, está al borde de la bancarrota.
La lista es amplia. Las compañías necesitan que la economía
crezca para tener una expectativa de recuperación por sus propios medios. La
alternativa es una vida zombi o una caída que deje los restos para los
especialistas en adquirir empresas en bancarrotas, más conocidos por su apodo
de buitres.
Oaktree, una compañía estadounidense, tiene unos US$4.000
millones para adquisiciones de este tipo en Europa. Una firma vinculada al
virtual precandidato republicano Mitt Romney, la Sankaty, tiene otros US$3.000
millones para hacerse con los despojos de la crisis europea.
Una cosa está clara. La salida a la
actual economía zombi requerirá tiempo y cambios profundos: el rostro de la
Europa que emergerá será muy diferente al que conocemos.
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