El acuerdo para evitar el precipicio fiscal parece
inalcanzable.
EE.UU. está
más cerca de su abismo Fiscal.
Todos, incluidos los mercados financieros,
pensaban que el Presidente Barack Obama y los líderes republicanos estaban
rumbo a algún tipo de acuerdo presupuestario.
No sería algo maravilloso, pero encontrarían
algún modo de retrasar o evitar un incremento de impuestos y recortes
presupuestarios por valor de US$600.000 millones ya que, de no hacerlo, la economía
estadounidense recibiría un fuerte impacto el primero de enero.
Pero ya nadie cree que eso sea posible. Ahora,
nada hace indicar que el acuerdo esté encaminado. Las únicas buenas noticias
para el Presidente Obama es que no le van a echar la culpa a él.
Contra todo pronóstico, los acontecimientos de
los últimos días han estrechado el cerco de los republicanos que partían con
desventaja tras la derrota en las elecciones Presidenciales.
De lo que le pase a la economía estadounidense
como consecuencia de esto dependerá cómo y cuándo Obama y sus colegas
demócratas usen ese nuevo poder.
El plan B de
Boehner.
Pero recordemos cómo llegamos hasta aquí. Los
días posteriores a las elecciones de noviembre, muchos esperaban que la
victoria de Obama allanase el camino para que los republicanos cedieran en su
oposición a cualquier tipo de incremento de impuestos. Y eso, de algún modo, se
ha cumplido.
El líder de la mayoría republicana en la Cámara
de Representantes, John Boehner, anunció su intención de llegar a un pacto en
el que se aprobase el incremento de impuestos para los estadounidenses ricos,
pero pretendía que eso fuera limitando sus deducciones tributarias en lugar de
aumentarle la tasa impositiva.
Su "plan B" iba más allá: no renovaría
los recortes de impuestos aprobados por George W. Bush para quienes ganen más
de un millón de dólares al año.
Los demócratas lo consideraron un plan terrible
con el que sólo se incrementarían los impuestos al 0,1% de los contribuyentes.
E incluso los más ricos pagarían mucho menos que bajo el plan del Presidente
Obama que "sólo" mantendría los recortes impositivos aprobados por
Bush para los ingresos de US$250.000 o menos. (En el plan de Boehner, quienes
ganan más de un millón de dólares estarían pagando tasas impositivas más bajas
que cualquiera que gane menos de ese monto).
Los demócratas tenían otras muchas razones para
odiar el Plan B de Boehner: golpearía a las familias de menos ingresos al
expirar los beneficios que reciben los desempleados y estancaría los planes de
inversiones en infraestructura del Presidente.
Independientemente de su tendencia política,
para muchos eso hizo pasar las malas noticias a los demócratas y el
rompecabezas a los republicanos.
¿Qué pasará
ahora?
Si el Presidente Obama hubiera permitido que
siguiera adelante el plan B de Boehner, les habría dado a los republicanos casi
todo lo que querían en el aspecto tributario sin la mayoría de los gastos que
querían hacer los demócratas. Pero hubiera sido mucho más probable que el Presidente
lo hubiera vetado, algo que habría hecho parecer que los demócratas estaban
secuestrando la economía a la espera de un rescate.
Pero un compromiso que parece obvio para quien
lo ve desde fuera e incluso, aparentemente para Boehner, no lo parece
necesariamente para los congresistas republicanos que firmaron una petición
para que nadie nunca subiera los impuestos.
En una confrontación similar con el Presidente
Obama en 2011, muchos querían eso y no han cambiado de opinión desde entonces
ni siquiera como resultado de las elecciones ni por las conversaciones
amenazantes del precipicio Fiscal.
¿Qué pasará ahora? La respuesta corta es que
aparentemente no pasará mucho.
Ni la Cámara de Representantes ni el Senado
parecen dispuestos a llegar a un acuerdo, lo que significa que hay muy pocas
posibilidades de conseguir algo más en un muy corto plazo.
Como dije al principio, el recién reelegido Presidente
ya llevaba ventaja en las negociaciones, pero ahora políticamente está en una
mejor posición.
Pero la decisión de Boehner de buscar una
alternativa al plan del Presidente ha molestado a muchos demócratas que ahora
no quieren ceder más. Lo que suceda ahora dependerá de si los soldados de Obama
están tan dispuestos como las tropas de Boehner a jugar con la recuperación
económica.
La buena noticia para los mercados financieros
es que, como dije antes, el precipicio Fiscal es más una pendiente. Esto se
debe a que es muy probable que el Congreso neutralice la mayor parte del daño
que producirá el incremento de las tasas de interés en las semanas posteriores
al primero de enero.
Ese escenario -repito- será neutralizado,
excepto las políticas disfuncionales que han hecho la pendiente más inclinada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario