sábado, 22 de noviembre de 2014

"En Chile se está perdiendo la amistad cívica".



"En Chile se está perdiendo la amistad cívica".

 

Patricia Matte advierte que la reforma educacional ha creado un clima de polarización en el país: "El proyecto se va a mejorar en el Senado, pero no sé si estamos a tiempo para dar vuelta la tortilla y partir por el lado correcto". A nombre de la derecha, la presidenta de la SIP -que posee 17 colegios- hace un mea culpa por no impulsar a tiempo cambios en la educación municipalizada. "No nos dimos cuenta que el sistema tenía demasiados problemas visibles desde hacía años".
 
 © José Miguel Méndez
 
"Los papás no eligen colegios privados porque son privados, los eligen porque son mejores (...) La mayoría de los padres que hoy están contra la reforma, probablemente votaron por Bachelet, pero están enojados porque se les ha tocado la pieza más sensible: sus hijos".


La presidenta de la Sociedad de Instrucción Primaria (SIP) -que  tiene 17 colegios en el sector sur y norponiente de la capital que se caracterizan por sacar altos puntajes en el Simce- repite lo mismo que han dicho muchos actores ligados al tema: que el gobierno de Michelle Bachelet equivocó la forma en que partió la reforma educacional. 


“No soy de las que piensa que no hay que hacer una reforma educacional; hay que hacerla, hay que apretar el acelerador para que los cientos de niños y niñas no se sigan perdiendo en las mismas escuelas que sabemos -por más de 20 años- son las peores de Chile. Por eso, había que partir por fortalecer la educación pública”, cuenta desde una sala de reuniones de la sede de la SIP, ubicada en un antiguo edificio que mira hacia la Plaza de Armas.


-En 2011, en plenas movilizaciones estudiantiles, usted dio una entrevista donde reclamó que se había “perdido el camino” y que, en vez de empezar por la educación superior, había que partir por la educación escolar. Eso es lo que decidió hacer el gobierno de Bachelet. ¿Por qué está tan preocupada?

 
-Efectivamente dije eso, recuerde que en 2006, en plenas movilizaciones, la presidenta convocó a una comisión en la cual yo participé y en la que estaba representado todo el espectro político. Discutimos lo mismo que se está discutiendo ahora y, después de mucha pelea, concluimos que para poder fortalecer el desempeño de los alumnos que no habían tenido las mismas oportunidades que otros, había que partir por pre básico, básico y media. Hoy mismo todos los grupos de la educación superior quedaron insatisfechos con el presupuesto del 2015, porque partir por dar gratuidad en la educación superior -otra de las promesas del gobierno- es tremendamente caro y eso significa que no van a alcanzar los recursos para fortalecer la educación escolar que sí hace la diferencia. 


-La presidenta Bachelet ha hablado de una “campaña del terror” en contra de la reforma educacional. ¿Cómo siente esa frase alguien como usted, que ha salido a cuestionar la reforma?

 
-No estaríamos haciendo ninguna campaña del terror ni nada si estuviéramos discutiendo qué vamos a hacer para que la educación pública mejore. Quienes verdaderamente tienen terror son los padres, que temen que no tengan ninguna opción para sus hijos. El sábado pasado tuve un encuentro con apoderados de nuestra red de colegios y me di cuenta que los padres están más asustados de lo que creía. Un padre me preguntó: ¿Y la SIP va a dar la pelea hasta el final para seguir como es hoy o se transformará en privado? Yo le respondí que sí, que no teníamos vocación de privado. Pero los padres creen que si nos siguen poniendo palitos, a la larga la SIP va a empeorar, no va a crecer o dejará de hacer cosas. 


-¿Y eso puede pasar?

 
-Acabamos de paralizar tres proyectos nuevos que teníamos prácticamente listos: íbamos a construir una escuela técnica media en la población La Bandera que se cayó porque el terreno era en comodato y ahora no se acepta construir en terrenos que no sean propios. Lo mismo pasó con dos jardines infantiles.


-Ya casi es un consenso que el ministro debió haber partido al revés la reforma, es decir, fortaleciendo la educación pública, ¿por qué cree que no se corrige esto?

 
-Por una cuestión ideológica que prima por sobre todo. Ellos quieren cambiar el sistema de verdad. Era tan simple como decir en un período de 40 años vamos a terminar con los sostenedores que lucran. Ese tiempo le permite a los sostenedores buenos, que realmente quieren vivir su vida y ser emprendedores de la educación, tener el tiempo para ajustarse a ese requisito. Estamos discutiendo y cortándonos las venas por cosas que no valen la pena y perdiendo amistad cívica, lo que es muy grave. Los papás no son ideológicos en su elección; no eligen colegios privados porque son privados, los eligen porque son mejores, porque hay disciplina, hay valores, porque sus hijos estarán mejor cuidados… La mayoría de los padres que hoy están contra la reforma educacional, probablemente votaron por la presidenta Bachelet, pero están enojados porque se les ha tocado la pieza más sensible: sus hijos.  


-¿A qué se refiere con que se perdió la amistad cívica?

 
-A que en el futuro no vayamos a tener las grandes conversaciones que hay que tener como país, por ejemplo, un  acuerdo país, qué porcentaje del PIB vamos a destinar a educación. Y la pérdida de esta amistad cívica no sólo la veo en educación sino que en muchas otras cosas, como en la nueva institucionalidad política que nos debiera cobijar. Es imposible tener amistad cívica en una parte y pelearse a muerte en otra. Hay ciertas cosas que hay que cambiar, tenemos que hacer una reforma política para que exista más respeto, más democracia y exista mayor confianza, porque hoy se ha perdido totalmente la confianza; tenemos que tener una mejor educación, pero para eso necesitamos tener las conversaciones sobre los elementos centrales.



EL "BULLYING" A AYLWIN Y BRUNNER


-Para la reforma tributaria se habló de una “cocina” en el Senado. Si esa cocina volviera para la reforma educacional, ¿qué puntos son los que usted estima como claves? 

 
-Si hay algo en que uno sí tiene que ponerse de acuerdo, es en educación, porque los resultados son a 10, 20 años, quizás con qué gobierno. Finlandia empezó su reforma el 63, y el 85 terminaron de traspasar los colegios a la nueva modalidad que diseñaron, todo en forma gradual y sin matar a los privados con fines de lucro de un paraguazo. 


-¿Ha hablado con senadores de la Nueva Mayoría? Carlos Montes, por ejemplo, ha hecho públicas sus diferencias con varios puntos de la reforma.

 
-Veo que gente de la ex Concertación -hoy Nueva Mayoría- no sólo no son escuchadas, sino que están siendo sometidas a bullying, como José Joaquín Brunner y Mariana Aylwin, quien debería estar al lado del ministro. No me cabe en la cabeza que este tipo de persona esté en el margen total. Me deprime mucho que hoy, los que pensamos distinto frente a la reforma, no tengamos con quién hablar. En los pasados gobiernos de la Concertación siempre había alguien que te escuchaba tu punto de vista. Edgardo Boeninger, por ejemplo, cuando no tenía ningún cargo, fue pieza vital para los acuerdos que se llevaron para cambiar la LOCE por LGE. En el margen el proyecto va a mejorar en el Senado, pero me deprimo porque no sé si estamos a tiempo para este año dar vuelta la tortilla y partir por otro lado.


-¿Ha hablado con Eyzaguirre? ¿Cómo lo ve?
-Sí, y le dijimos que había partido al revés. Él se veía como queriendo aprender de las experiencias buenas, conocía muy poco la SIP y nos derivó a otros lados para transmitir nuestra experiencia. Me hubiera encantado que la presidenta Bachelet hubiera asumido el liderazgo como lo hizo el 2006, cuando nos convocó a todos y hubo un acuerdo que no dejó a todos satisfechos. Pero en la discusión nos miramos la cara durante seis meses los que pensábamos diferente, pero nos hicimos amigos. Y ya en ese momento había un grupo, pequeño, que estaba en contra de los sostenedores con lucro.  


-Después se cuestionó mucho ese acuerdo en que todos los partidos se tomaron y levantaron las manos…

 
-Yo no levanté las manos, porque estaba en segunda fila y siempre vi que habían integrantes que no firmaron el acuerdo, como los estudiantes representantes del Crunch, el diputado Carlos Montes…, pero ese camino de diálogo nos permitió tener una nueva institucionalidad educacional.


-Para tener un ejemplo, ¿cómo afectaría a la SIP en concreto la reforma de ser aprobada tal cual como está hoy en el Senado, según sus proyecciones?

 
-El fin al copago nos pega muy fuerte. El padre que paga se compromete más. En la SIP nuestro copago es de $12 mil, y en la otra fundación que dirijo (Los Nogales), que tiene un solo colegio, es de $38 mil; y estos recursos que aportan los padres se pueden manejar con total flexibilidad, no así los recursos que aporta el Estado vía subvención preferencial, están totalmente acotados. Lo que de verdad hace la diferencia en un proyecto educativo se hace con el pago de los padres. Hoy destinamos el cien por ciento de la subvención a remuneraciones de nuestros profesores, y todo lo novedoso que tiene que ver con talleres de talentos, por ejemplo, lo hacemos con el aporte de los padres y donaciones privadas. Otro punto que nos afecta es el fin a la selección.


-¿Por qué valoran tanto el proceso de selección?
-Porque no es que queramos seleccionar en forma discriminatoria, si no que para nosotros es irremplazable la conversación con el apoderado. En el contrato de la fundación Los Nogales el apoderado se compromete a colaborar con el colegio y a poner en práctica el proyecto educativo, o sea, tiene que estar de acuerdo con la disciplina, el respeto por el profesor, el amor por el trabajo bien hecho, es decir, hay una serie de variables de nuestros valores fundantes.


-¿Comparte la visión de expertos como Sergio Urzúa y Arturo Fontaine en torno a que la reforma educacional, tal como está concebida, va a terminar dañando más a la educación pública, porque incentiva a la migración desde colegios municipales a subvencionados que van a pasar a ser gratuitos?

 
-Teóricamente nosotros deberíamos estar muy contentos y tranquilos con la propuesta de la presidenta Bachelet, ya que por un lado aumenta la subvención fuertemente; eso nos conviene a los subvencionados. Y todos los colegios con fines de lucro que se cerrarían nos permitirían tener muchos más alumnos.


MEA CULPA
 

-¿Le parece que la derecha, su sector, está pagando el precio de no tener una política clara en cuanto a educación en los últimos años y sólo reaccionar a las propuestas que vienen desde la izquierda?

 
-Nos faltó hacer a tiempo una crítica de lo que habíamos construido. Creo en la educación descentralizada y en la autonomía de los establecimientos y por ello apoyé la municipalización de la educación, pero no nos dimos cuenta, ni fuimos lo suficientemente críticos, a tiempo, de que el sistema municipal adolecía de demasiados problemas, y que muchos de estos problemas eran visibles desde hace muchos años. No nos dimos cuenta a tiempo que era indispensable tener una institucionalidad como la que tenemos ahora con una superintendencia y agencia que controlen, de cierta forma, los desempeños.


-¿Cómo evalúa usted los cuatro años de Sebastián Piñera en cuanto a educación? 

 
-Se avanzó mucho: se sacó adelante la superintendencia de agencia y se proveyó una respuesta bastante razonable frente a todos los problemas que había en educación superior, se aumentó el gasto en educación pre básica. Pero al gobierno le faltó más fuerza de convicción para decir: nosotros creemos que, para realmente hacer la diferencia en educación, requerimos avanzar mucho más en calidad de la educación pre básica, básica y media e inyectar muchos más recursos. 


-¿Y qué tiene que hacer el sector hacia el futuro? ¿O le basta con oponerse a la reforma actual?

 
-Deberíamos tener una propuesta programática propia y lo menos ideológica posible, todo de forma sistemática, porque en la educación no se producen cambios de un día para otro. Y partir por los profesores.


-Hay quienes comparan a esta reforma con el Transantiago, porque el diseño y la implementación son cruciales. ¿Está de acuerdo con eso?


-Estoy de acuerdo, porque en educación más que en ninguna otra cosa los cambios implican a todos.


Tomado de Revista Que Pasa.

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