jueves, 23 de septiembre de 2010

Senador Sabag: más que un voto, por Gonzalo Müller.



Senador Sabag: más que un voto,
por Gonzalo Müller.

La Concertación se sintió golpeada. Se ponía en duda su capacidad de ordenarse frente al Gobierno, en el último reducto que aún mantiene, el Senado. Con su voto, el senador Hosaín Sabag echaba por tierra la estrategia opositora ante la tramitación de la Ley Antiterrorista. Así, impidió que se dejara fuera de esa normativa los atentados contra la propiedad de particulares, lo que hubiera significado colocar a éstos en la indefensión. Pero, al escuchar las propias declaraciones del senador democratacristiano, aparecen argumentos que van más allá de esta votación específica y que son necesarios de atender para observar su conducta futura y la de todos aquellos que compartan su mirada de la coalición opositora.



Sabag argumentó que no le gusta una Concertación monopolizada por la izquierda, que exige lealtad y orden en sus filas sólo cuando es la agenda progresista la que está en juego. Cuando son acuerdos alcanzados por la DC, los mismos que hoy lo critican exigen tolerancia y respeto a la diversidad de opinión al interior del conglomerado. No se trata de un argumento nuevo, pero sí tiene gran peso por las implicancias futuras al interior de la DC.



Son varias las señales de que en la Democracia Cristiana se mira con recelo este giro hacia la izquierda progresista de la Concertación, sobre todo cuando este movimiento no ha sido producto de ningún acuerdo o discusión, sino sólo impuesto por el mayor peso electoral y la capacidad mediática de los liderazgos de izquierda. Si la DC eligió a la dupla Walker-Orrrego, con un discurso de renovación y de acercamiento hacia un electorado más moderado que ya no se siente parte de la Concertación, es a ellos a quienes apunta directamente el argumento del senador Sabag: a la credibilidad de su oferta de que el humanismo cristiano recupere espacios dentro de la coalición opositora y no sea pasado a llevar permanentemente.



No será fácil para la dupla Walker-Orrego sostener su discurso reivindicatorio del lugar de la DC en el espacio político, si deben estar dando pruebas permanentes de su lealtad hacia la Concertación, aun a costa de sacrificar a algunos de sus propios parlamentarios. Es en este contexto que el anuncio de pasar al tribunal de disciplina del partido al senador Sabag nos trae a memoria lo que en su momento se hizo con Adolfo Zaldívar, quien terminó fuera de la DC y se volvió un símbolo de la desafección de figuras emblemáticas de la antigua Concertación.

Dentro del poco análisis postderrota hecho por el conglomerado opositor, se reconoce como un error el no haber escuchado las razones de los que se fueron, y que esto fue generando un clima de recriminación interna que lo alejó de la mayoría y del gobierno.



Por esto resulta doblemente actual el argumento de fondo sostenido por el senador Sabag, de que no le gusta la Concertación controlada por la izquierda, donde el lugar de la DC es de comparsa obediente. Primero, por la presión que le pone a su propia directiva partidaria en cómo zanjar este tema sin repetir los errores del pasado, donde la mesa debe elegir si solidariza con su senador o con la Concertación. Pero también porque el Senado, que bajo la presidencia del DC Jorge Pizarro ha sido un reducto opositor, debe pasar en 2011 a manos de Guido Girardi, uno de los más duros exponentes de la agenda progresista, con lo que se puede presumir que la situación actual se agudice.



Sería muy grave para la coalición opositora enfrentar la posibilidad de que uno de sus senadores emprenda un camino de salida de sus filas. Aún más frente a los continuos llamados de integración del Gobierno y de los partidos de oposición hacia el mundo humanista cristiano.



Así, el escenario futuro del senador Sabag y su voto esconde una realidad mucho más amplia, que nos habla del dilema abierto al interior de la DC y de la propia Concertación: cómo se define una agenda común y un programa de futuro, que permita sentirse parte no sólo a los sectores progresistas, sino también al humanismo cristiano de la DC, lo que aparece como una condición necesaria antes de pensar en cómo recuperar a los que se fueron.