domingo, 5 de septiembre de 2010

Terrorismo en Chile democrático.

Mauricio Hernández Norambuena,
el “Comandante Ramiro”.
Terrorismo en Chile democrático.


Una entrevista televisiva a uno de los máximos dirigentes del Frente Manuel Rodríguez —condenado por el asesinato del senador Jaime Guzmán, pero prófugo de la justicia chilena— ha puesto nuevamente en debate el terrorismo que sufrió nuestro país en la década pasada, así como el grado de impunidad en que han quedado los delitos que pusieron en peligro a la recién restaurada democracia chilena.


Descarnadamente, Mauricio Hernández Norambuena, el “Comandante Ramiro”, relata la decadencia final del movimiento creado por el Partido Comunista en 1983 y los crímenes que cometieron en ese proceso. Aunque son rasgos conocidos de todas las agrupaciones terroristas, impresiona la frialdad con que abordaron los “ajusticiamientos” que llevaron a cabo desde su fundación hasta 1995 al menos.


La historia del FMR parece marcada por el fracaso. La internación masiva de armas de alto poder por Carrizal Bajo fue descubierta por los organismos de seguridad y, a poco andar, el atentado contra el entonces Presidente Pinochet tampoco logró su objetivo. Pese a ello, el Frente siguió gozando de apoyo internacional, en especial de Cuba, que recibía a sus cuadros, les proporcionaba entrenamiento militar y terrorista, los trasladaba a Nicaragua para darles experiencia de guerra, los acogía en tiempos de dificultades y, posiblemente, les proporcionaba identidades falsas con las cuales se movían por todo el continente.


Pero sus errores les cobraron la cuenta, no sin que antes cometieran más atentados y asesinatos, incluyendo los ocurridos entre ellos mismos. Según informa el entrevistado, el Frente estimó imposible una salida democrática como la prevista en la Constitución de 1980, y resolvió desatar una “guerra patriótica nacional” para tomar el poder el año del plebiscito. Tras el triunfo del “No” agudizó la lucha, y ya con el gobierno democrático desarrolló su política de asesinatos. Sin embargo, se apartó de sus propios objetivos al atentar contra la vida del senador Guzmán, lo que les habría significado perder el apoyo internacional, entre otras razones porque los gobiernos chileno y cubano estaban interesados en reanudar relaciones diplomáticas.


Los nuevos organismos de seguridad del primer gobierno de la Concertación desarrollaron contactos para infiltrar al FMR, con éxito. En esa tarea, según los indicios, las autoridades actuaron al límite de la legalidad, y en el reportaje de Chilevisión un entrevistado da detalles sobre la forma en que se mantenía informado al Ministerio del Interior. Según dice, “Florencio Velásquez… enquistado en la estructura de Ramiro, transmite informaciones”, pero el aviso a ese ministerio de que se había decidido asesinar al senador Guzmán fue desestimado por considerarse irrealizable. No es posible establecer la verosimilitud o falta de ella en esta clase de asuntos.


Aunque ocurrieron en democracia, los crímenes del FMR han quedado en impunidad, abriendo preguntas que no encuentran respuesta. Muchas aristas de importancia y algunos delitos gravísimos ni siquiera parecen haber sido investigados.

(Tomado de Diario El Mercurio de Santiago, Editorial).