martes, 13 de septiembre de 2011

El "Muro de Hitler" divide a los franceses.

El "Muro de Hitler" divide a los franceses


Secciones del Muro Atlántico construido por la Alemania nazi está siendo restaurado por entusiastas franceses. Pero ¿debería la fortificación de Hitler ser reconocida como parte del patrimonio del país?


A lo largo de la costa francesa de 1.287 kilómetros yacen algunos de los vestigios más sustanciales de la época en que Europa estuvo en guerra.



El llamado Muro Atlántico, un sistema defensivo creado por Hitler ante la certeza de una invasión aliada, se extendía desde la frontera española hasta los países escandinavos.



Francia no pudo evitar acoger una edificación de esta envergadura. Todavía, hoy en día, hay miles de fortines, cuarteles, túneles y trincheras, a lo largo de su costa.



Pero, sólo hasta ahora, en Francia no había habido un esfuerzo significativo por preservar este imponente monumento histórico.



En otros lugares, los búnkers de la Segunda Guerra Mundial han sido remodelados y convertidos en atracciones turísticas o como parte de visitas educativas.



En internet se puede ver una comunidad de aficionados del Muro Atlántico en países como Alemania y Holanda, incluso hay interés en el Reino Unido, pero nada que se le parezca en Francia.



Es como si la nación se sintiera aliviada de ver las defensas alemanas inexorablemente enterradas en la arena y en el olvido.



PROTECCION
Pero ahora, de repente, el ánimo cambió. Recientemente, varias asociaciones locales se han dedicado a cuidar las partes de la muralla que se levantaron en territorio francés.



El tiempo ha pasado, los recuerdos de la guerra han caducado y una nueva generación no siente más dolor o culpa, aunque sí curiosidad.



"Ha sido muy rápido. En tan sólo los últimos tres o cuatro años, ha habido un cambio radical", indicó Marc Mentel, fundador de Gramasa (Grupo de Investigación Arqueológica del Muro Atlántico: Sector Arcachon).



"Hoy, la gente está constantemente viniendo a nosotros y a nuestros sitios deseando conocer más sobre el muro. En el pasado, todo el asunto era demasiado doloroso, evocaba muy malos recuerdos".



"El tiempo hizo su trabajo. Yo no hubiese podido iniciar esta asociación hasta que mi abuelo murió. Él fue un prisionero de guerra. Para su generación, el muro era algo de lo cual era preferible ni pensar".



"Creo que el detonante fue la muerte, hace un par de año atrás, del último poilu (veterano de la Primera Guerra Mundial). De repente nos dimos cuenta de que la Segunda Guerra Mundial también se le escapaba a la historia".



Los miembros de la asociación pasan sus fines de semana limpiando y restaurando los búnkers alrededor de la bahía de Arcachon, una hermosa área llena de criaderos de ostras, pinos de madera y playas turísticas en el oeste de Burdeos.



CAYENDO EN EL MAR

El sector estaba ubicado demasiado al sur como para desafiar un desembarco de los aliados. Sin embargo, los alemanes habían erigido un complejo de emplazamientos defensivos en la estrecha entrada de la bahía y del puerto Arcachon.



Algunas de las defensas estaban en las playas, en el mismo lugar en el que ahora están poco a poco cayéndose, víctimas de las mareas y de la arena movediza.



Otras, principalmente baterías de cañones, fueron ubicadas en un terreno más alto y se han mantenido intactas.



Al estudiar mapas militares alemanes, Mentel fue capaz de ubicar el lugar en el que un búnker había aparentemente desaparecido.



De hecho, fue enterrado en la arena cerca del faro en Cap Ferret, uno de los ejes de la protección de la bahía.



La asociación se encargó de quitarle la arena y de mostrar las paredes de concreto que todavía mostraban el camuflaje original.



También hay un intrigante mural externo de un hombre con un sombrero canotier y fumando una pipa, dibujado por algún soldado alemán que habría estado aburrido.



Ese tipo de arte informal era poco común. En otra parte de la entrada de la bahía, hay una caricatura de una banda de jazz. Tristemente, está escondida debajo de un graffiti moderno.



"Los alemanes construyeron los búnkers de acuerdo con directrices absolutamente estándar. Por eso, si se entra en uno, se sabe inmediatamente cómo son los demás: el agujero para la antena de radio, otro para el periscopio, los conductos de ventilación, el área de dormir y así sucesivamente", indicó el arqueólogo aficionado Jean-Francois Lauieze.



"Los fortines que están en las playas, no creo que los podamos salvar. Están desapareciendo en la arena y en algunos casos ya están debajo del agua".



"Los que están ligeramente hacia el interior, los podemos preservar. Pero el problema es que los procesos de urbanización se están abriendo su camino. Las autoridades están bajo presión para habilitar más terrenos para la construcción".



"En la actualidad, no consideraríamos ni por minuto la posibilidad de destruir nuestros castillos medievales. Pero eso es exactamente lo que está pasando con el Muro Atlántico, que también es parte de nuestra historia", indicó.


CEGUERA
Si los franceses prefirieron por 70 años evitar ver el muro, sus razones tendrían.Las fortificaciones fueron, después de todo, fortificaciones alemanas, emblemas de la humillación francesa.



Pero es más que eso, no es sólo un símbolo de la derrota, sino de una colaboración.



"Muchas de las empresas de la construcción francesas se enriquecieron construyendo el muro", dijo Jerome Prieur, autor del libro Le Mur Atlantique.



"Tras la guerra, Francia necesitaba esas mismas compañías para la tarea de la reconstrucción. Por eso, nadie dijo nada. Hubo una ceguera voluntaria, en la que todos era cómplices".



En adición, muchos miles de franceses fueron obligados a trabajar en el muro como parte de un acuerdo entre el régimen de Vichy y la organización Todt, el grupo de ingeniería civil de los nazis.



Hay quienes creen que Francia debería declarar el Muro Atlántico como un monumento histórico y así garantizar su preservación.



Pero eso nunca pasará. Ningún gobierno francés elevará dicha construcción de deshonra nacional a esa altura.



Lo que más intriga es cómo los franceses han asumido por sí mismos la iniciativa de cuidar algo que no es tanto una marca de vergüenza, sino una parte de la memoria colectiva.


Tomado de Diario La Tercera.

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