El verdadero desalojo,
por Cristián Labbe.
Se debe restablecer el imperio del derecho para reasumir la entrega de educación de excelencia.
El fortalecimiento de la calidad y equidad de la educación pública manifestada a comienzos del movimiento estudiantil como el gran objetivo compartido por la inmensa mayoría de los chilenos, paradojalmente ha dado lugar a su significativo debilitamiento.
Después de seis meses de conflicto, la educación pública chilena ha sufrido un retroceso cualitativo que un año atrás hubiera parecido un escenario impensable a los ojos de quienes dedican sus esfuerzos a la labor educativa, y cuyas repercusiones son todavía difíciles de precisar.
Las manifestadas y compartidas causas iniciales fueron deliberadamente transformadas en eslóganes y consignas ideologizadas, cuyo abanderamiento lo enarbolan grupos reducidos, parapetados en los recintos que otrora eran centros de enseñanza y formación. Hoy escuelas y liceos están secuestrados en sus manos, vulnerando flagrantemente el estado de derecho, y lo que es peor, tales conductas se han ido relativizando e instalando socialmente como algo debatible y hasta defendible por algunos grupos de opinión.
El verdadero desalojo lo han sufrido alumnos, profesores y asistentes de la educación de Providencia que han sido despojados violentamente del derecho legítimo de construir en comunidad los aprendizajes de calidad. A pesar del albergue solidario de algunas instituciones sociales que han cobijado a nuestros alumnos y docentes, nada puede reemplazar el espacio natural y emblemático de cada uno de los liceos usurpados.
La calidad de la educación pública de Providencia tiene historia, muchas veces reconocida por quienes hoy la están destruyendo impunemente. Desde hace 30 años en las aulas de los establecimientos municipales de esta comuna la equidad y excelencia se han materializado en la calidad del servicio educativo y con un propósito inclusivo, entregando al país miles de jóvenes sólidamente formados para ingresar exitosamente a estudios superiores, haciendo posible su desarrollo académico y valórico.
El impacto y las consecuencias de las tomas ilegales de los cinco liceos de Providencia son incalculables, sin referirnos a las pérdidas materiales. Los daños más difíciles de sanar están en la interrupción brutal del proceso formativo, la pérdida de contención emocional que alumnos vulnerables a menudo reciben en el contexto escolar, la fisura del vínculo en la relación profesor-alumno, la privación de acceder a un espacio que las comunidades educativas valoran y quieren como propio. Constituyéndose en un verdadero desarraigo emocional, el impedimento a miles de familias -muchas de ellas vulnerables- que se han visto privadas a acceder a beneficios legítimamente adquiridos y vitales como son, entre otros, el derecho a la alimentación y salud escolar de sus hijos.
Epica tarea nos espera en la reconstrucción de todo aquello que con esfuerzo se ha logrado; estamos contestes en que nunca mucho costó poco. La misión a la que estamos llamados como municipio es de naturaleza inclaudicable y nos mueve la convicción que se debe restablecer el imperio del derecho para reasumir el mandato de entregar educación de excelencia.
Tomado de Diario La Tercera.
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