sábado, 5 de noviembre de 2011

Sobre la muerte del líder de las terroristas FARC.

Varios líderes guerrilleros han muerto en combates con el
Ejército colombiano

La guerrilla colombiana de las FARC empezó en 1964.
El Gobierno de Juan Manuel Santos dice que está
debilitando a las FARC


Lo que cambia y lo que sigue en las FARC tras la muerte de Cano

Redacción BBC Mundo



Luego de casi medio siglo de existencia, la que ha sido descrita como la insurgencia más larga del mundo está enfrentando una situación inédita.





Alfonso Cano es el primer comandante máximo de las FARC que cae en combate, y por primera vez en la historia de la organización, no es obvio quién deberá ser el jefe.





Desde su fundación en 1964, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia siempre se han esforzado por presentarse al exterior como un ejército revolucionario disciplinado. Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, fue su jefe incuestionable hasta cuando murió de causas naturales en 2008. Y en ese momento, pocos se sorprendieron cuando la sucesión en el mando de los rebeldes correspondió a Alfonso Cano, quien era presentado como el ideólogo de las FARC.





En ese entonces, los guerrilleros escogieron con calma el momento para anunciarle a la opinión la muerte de Marulanda, y para confirmar que el Secretariado, formalmente la máxima instancia del poder del grupo, había decidido que Cano era el nuevo jefe. Todo para dar la impresión de que el deceso de su fundador no cambiaba en nada los planes políticos y militares de la insurgencia.





La situación ahora es bien distinta. La muerte del comandante guerrillero abatido por las tropas gubernamentales en las montañas del suroeste de Colombia es un nuevo golpe demoledor a lo que hace apenas unos años era descrito como el "aura de invencibilidad" de las FARC.





Ocurre luego del operativo que dio muerte en 2008 al entonces segundo al mando, Raúl Reyes; de la Operación Jaque que en ese mismo año liberó a Ingrid Betancourt y a los demás rehenes más conocidos de la guerrilla; y del bombardeo que en septiembre de 2010 terminó con la vida de Víctor Julio Suárez, alias "Mono Jojoy", el jefe militar más temido de los insurgentes.





Ahora, con la muerte del último de los que podrían denominarse jefes naturales de las FARC, las especulaciones apuntan a que el sucesor de Cano podría estar entre Timoleón Jiménez, "Timochenko", o Luciano Arango, conocido como "Iván Márquez". Dirigentes guerrilleros veteranos pero que han tenido un mando más regional en la organización, y un perfil más discreto ante la opinión pública.





Lo que puede presentar un doble problema para las FARC. Por un lado, la posibilidad de un resquebrajamiento en la unidad y la disciplina del grupo para continuar la guerra. Y en caso de que decidieran eventualmente buscar una posible negociación de paz con el gobierno, la ausencia de quienes habrían sido sus voceros con perfil político más sólido ante la opinión.





Santos respira

En la otra orilla, el presidente Juan Manuel Santos tiene motivos para estar especialmente feliz con la noticia de la muerte de Cano. Su gobierno ha gozado de una luna de miel inusualmente larga con los medios de comunicación y con segmentos de la opinión, principalmente por cuenta del clima económico relativamente benigno que vive el país.





Pero en cambio, era cada vez más frecuente la crítica que hablaba de un deterioro en la seguridad, que el anterior gobierno de Alvaro Uribe Vélez presentaba como su logro principal. El expresidente parecía estar perfilando una oposición contra Santos en la que acusaba al gobierno de descuidar ese frente estratégico y de propiciar una "desmoralización" de las fuerzas armadas por no darles suficiente apoyo político en la lucha contra la insurgencia.





Santos respondió a las críticas en agosto reemplazando a su primer ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, por el actual, Juan Carlos Pinzón. Y sin duda presentará la muerte de Cano como la máxima prueba de la eficiencia de su gestión en seguridad.





¿Como en 2002?

No obstante, pocos apuestan a que la muerte de Cano indique el fin inminente del conflicto armado en Colombia.





Pese a quedarse sin sus mayores líderes, las FARC mantienen una capacidad militar significativa, que luego de una fuerte caída en 2008, va nuevamente en aumento.





Sólo en la última semana de octubre, emboscadas guerrilleras en varios lugares del país dejaron 23 soldados muertos.





Según un informe de la corporación Nuevo Arcoiris, una ONG colombiana crítica de las políticas gubernamentales, en el primer semestre de 2011 las FARC llevaron a cabo 1.115 acciones armadas, un incremento del 10% frente al mismo periodo en el año anterior.





En 2010 se presentaron 1.947 hechos armados, una cifra levemente inferior a los 2.063 enfrentamientos registrados en el año 2002, cuando las FARC y el conflicto armado parecían estar en su apogeo.





Inteligencia

El gobierno replica, sin embargo, que no es comparable la situación que se dio en ese momento, cuando los rebeldes podían tomarse bases militares y capitales provinciales, a la actual en que las FARC parecen haber retrocedido a la estrategia de emboscadas aisladas y otras acciones típicas de la guerra de guerrillas.





La muerte de Cano, en cualquier caso, revela la capacidad de los militares colombianos de ubicar a las cabezas de la insurgencia. Parece reivindicar así una estrategia que comenzó en la época del Plan Colombia, en los gobiernos de Andrés Pastrana (1998-2002) y de Álvaro Uribe (2002-2010) y que ha sido intensificada en el actual gobierno, de dar énfasis a las actividades de inteligencia.





Los militares colombianos, armados y entrenados por Estados Unidos, han mostrado eficacia en ubicar y vigilar a los altos mandos de las FARC, para después atacarlos en operaciones estilo comando.





¿Conversaciones?

En el citado informe de Nuevo Arcoiris, publicado hace unos meses, su director León Valencia advertía contra el triunfalismo que podría generarse si se daba la muerte del jefe de las FARC. "Una posible baja de Cano significaría un golpe indiscutible...pero no sería bueno generar una expectativa de finalización de la guerra".





Varios han advertido que, además de mantener su propia capacidad militar, sectores de las FARC han entrado en alianzas tácticas con las llamadas BACRIM (Bandas Criminales) emergentes, para seguir en operaciones de narcotráfico, cuyos ingresos siguen alimentando el conflicto armado.





Pero los más optimistas insisten en que esta nueva derrota podría ser el factor que finalmente empuje a los dirigentes de las FARC hacia nuevas negociaciones de paz con el gobierno.

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