Cuatro años después del caso Lehman Brothers.
Hace hoy cuatro años,
el 15 de septiembre de 2008, la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers
marcó el inicio de una crisis financiera que aún tiene a EE.UU. y Europa
luchando por salir de un período recesivo, durante el que más de 13 millones de
personas han caído en el desempleo. El colapso del sistema financiero fue el
resultado de largos años de relajamiento de las regulaciones en un sistema que
permitió más de una década de boom económico y consumo excesivo basados en el
endeudamiento.
La recesión, el
desempleo, más de tres millones de millones de dólares de los contribuyentes,
que los gobiernos y bancos centrales tuvieron que invertir para salvar a la
banca y proteger la economía, dieron paso a promesas de estrictas reformas. Los
propios bancos auguraron efectos negativos para la economía ante un eventual
exceso de regulaciones. Pero hasta hoy los Gobiernos de los países
desarrollados, especialmente EE.UU., donde se originó la crisis, han dado
apenas tímidos pasos en esta materia. El proyecto de ley para obligar a los
bancos a separar sus negocios de banca comercial de sus unidades de inversión,
y resguardar así el dinero de los contribuyentes, sigue estancado en el
Congreso estadounidense, paralizado por la incapacidad de acuerdos. Lo mismo
sucede con la denominada Ley Dodd-Frank, aprobada rápidamente hace dos años con
la promesa de imponer mayores controles a Wall Street, evitar nuevos salvatajes
bancarios con dinero fiscal y, lo más importante, proteger a inversionistas y
consumidores. La legislación requería la implementación de 400 nuevos
reglamentos, para poder ejecutarse. Hasta ahora, apenas un tercio se ha dictado
En Europa aún no se
llega a un acuerdo sobre la posibilidad de nuevos impuestos a la industria
financiera, a fin de crear un fondo que sirva para posibles futuros salvatajes
bancarios. En cuatro años, la única regulación que ha cristalizado es Basilea
III, que obliga a los bancos a elevar el mínimo de capital requerido para
operar. Esta medida reduce parte de los riesgos que provocaron la última
crisis, pero su implementación no está prevista hasta 2013, y a medida que los
bancos reducen los créditos, en Europa aumenta la presión para aplazarla.
Según un estudio del
Instituto de Finanzas Internacionales, que agrupa a 400 bancos a nivel global,
publicado el año pasado, la aplicación de las reformas financieras propuestas
haría que el PIB de las principales economías del mundo en 2015 sea 3% inferior
al que se alcanzaría sin las reformas. Pero, pese a estos efectos en el corto
plazo, su aplicación es necesaria para procurar que eventos como los de 2008 no
vuelvan a repetirse.
Editorial tomado de Diario El Mercurio.
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