La caída del hombre de oro,
por Venancio Coñuepan.
Mientras
camioneros viajan en caravana con máquinas quemadas a Santiago y
CONADI sigue tomada en diferentes ciudades por líderes mapuches, el
Ministro de Interior Jorge Burgos le solicitó la renuncia al
Intendente de la Araucanía Francisco Huenchumilla.
El
ahora ex Intendente Huenchumilla, acusa: “Una vez más el Estado
chileno no entiende esta situación. Siento que la Nueva Mayoría no
sea capaz de entender estos nuevos fenómenos y no tengan el código
para leer lo mal que estamos”. Agregando: “Una hora antes de
entregarla -la propuesta de Huenchumilla-, Burgos me llamó por
teléfono y me dijo que se la entregara como un ciudadano común (…)
no sé qué pretenden, imagino que volver al garrote y al
encarcelamiento, como lo hicieron anteriores autoridades”.
Para
rematar diciendo: “El Gobierno le está dando un portazo a los
mapuches que quieren diálogo” y “el Gobierno tiene que dialogar
con los camioneros, dejarlos pasar. Tienen razón, ellos no son
responsables del conflicto mapuche. Esa es una responsabilidad de
Estado”.
La
respuesta del Ministro Burgos, no fue menos contundente: “…sería
raro que un Intendente regional, que tiene un juicio de reproche tan
grave, que forma parte de un Gobierno que no busca el diálogo, no se
vaya antes. Descubrió ahora que nosotros no buscamos el diálogo
porque se le pidió la renuncia”. Por último, agrego: “los
Intendentes proponen planes a las autoridades superiores, los
Intendentes son representantes de la Presidente de la República, no
son autoridades autónomas que digan y hagan lo que quieran”.
Huenchumilla,
que en mapudungun significa hombre de oro, es un abogado, académico
y político de la Democracia Cristiana. Fue Diputado (1990-2002),
Ministro Secretario General de la Presidencia (2003-2004), Alcalde de
Temuco (2004-2008) e Intendente de la Región de la Araucanía
(2014-2015). Que duda cabe es el mapuche que más lejos ha llegado en
las entrañas del poder occidental en los últimos 40 años. Ya habrá
tiempo para analizar en frio que tan buena o mala fue su gestión.
Sin embargo, la caída del militante indígena perfecto, la caída del hombre de oro significa algo mucho más profundo: significa el fin de la política indígena de la Concertación -hoy Nueva Mayoría-.
Una
política indígena que comenzó en 1989, con la firma del Acuerdo de
Nueva Imperial, donde representantes de organizaciones indígenas del
país y el entonces candidato Presidencial Patricio Aylwin
suscribieron un acta de compromiso por medio del cual las
organizaciones indígenas se comprometieron: “1. Apoyar y defender
el futuro Gobierno de la Concertación (..); 2. A canalizar sus
legítimas demandas de aspiraciones de justicia frente a los graves
problemas que afectan a los pueblos indígenas a través de las
instancias y mecanismos de participación que serán creados por el
futuro Gobierno de acuerdo a lo previsto en el Programa de la
Concertación, a objeto de facilitar una acción más efectiva y
coordinada del Estado y las Organizaciones Indígenas que permita
avanzar en la solución de dichos problemas.”
Por su parte, el candidato Patricio Aylwin se comprometió a: “Hacer suya la demanda de los pueblos indígenas… expresada en el Programa de la Concertación (…) . Finalmente se compromete a poner todo su esfuerzo y voluntad en impulsar las iniciativas Legislativas, administrativas y económicas necesarias para concretar los planes y medidas contempladas en el Programa de Gobierno de la Concertación”.
El
resultado de este acuerdo y las posteriores políticas impulsadas
fueron: la aprobación del Convenio 169 de la OIT, la dictación de
la actual Ley Indígena 19.253, la CONADI, el Consejo Nacional de
CONADI, el fondo de tierras, entre otros.
También
son resultados de estas políticas -hasta hoy vigentes-: el
exacerbamiento del clientelismo político, la nula representación
parlamentaria mapuche, la corrupción en las compras de tierras, los
sobreprecios de tierras, la atomización de las organizaciones
indígenas, la criminalización de las demandas indígenas, la
violencia cada vez más latente y una polarización de la sociedad.
La
Araucanía esta tan fracturada que creemos que los enemigos son los
“racistas agricultores” o aquellos exaltados “mapuches
terroristas”, cuando en realidad nuestros verdaderos enemigos son
aquellos falsos amigos que el próximo año irán a nuestras rucas,
irán a nuestras casas con falsas promesas, las mismas que al año
siguiente olvidarán. Ya que a ellos no les conviene solucionar
el conflicto en la Araucanía. No, eso significaría tener menos
control y poder sobre nosotros. Por el contrario, estos falsos
amigos promueven con jolgorio aumentar el Estado, crear un Ministerio
Indígena, seguros contra las víctimas, leyes de cuotas, entre otras
cuestiones, ya que de esta forma podrán robustecer sus redes
clientelares, ofrecer subsidios y bonos, perpetuándose vilmente en
el poder a nuestras cosas.
En
tiempos de agudización de la violencia, y ante la inacción del
Estado, se hace más necesario que nunca un genuino diálogo entre
los diferentes pueblos que habitamos la Araucanía; un diálogo que
nos permita reconocernos y perdonarnos, forzar los cimientos
necesarios para construir una región y un país donde todos podamos
convivir de manera armónica y respetuosa.
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