Wall
Street Journal:
Opinión:
“Atentado contra el milagro chileno”,
por Mary Anastasia O’Grady.
Eduardo Aninat, ex Ministro de Hacienda de Chile, tiene una
buena pregunta para los arquitectos del aumento de los impuestos a las empresas
que circula en el Congreso del país: “¿Qué hierba están fumando?”.
Aninat no es un fanático de las políticas económicas de la
oferta. Su curriculum vitae incluye cinco años en el Gobierno de
centroizquierda del Presidente demócrata cristiano Eduardo Frei (1994-2000) y
luego un período como Subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional.
Sin embargo, el ex funcionario está preocupado de que el plan del Gobierno de
la recién asumida Michelle Bachelet para elevar drásticamente los impuestos
sobre el capital perjudique el crecimiento y el desarrollo de Chile.
Aninat dice que Bachelet debería instruir a su equipo para que
tenga una “discusión a fondo” sobre el asunto. No obstante, el Gobierno y su
coalición Nueva Mayoría, que controla las dos Cámaras del Congreso, dicen que
de ninguna manera. Ellos ganaron las elecciones. Ellos dictarán la Ley.
Tres décadas de crecimiento acelerado
—liderados por políticas económicas liberales— han hecho de Chile el país más
próspero de América Latina. Su ingreso per cápita anual
de más de US$19.000 representa un alza significativa frente al de US$5.000 de
1990. El porcentaje de
chilenos que viven en la pobreza se ubica en 14,4%, frente a 45% en 1985.
El país también se destaca políticamente
en la región por su adhesión a un estado de derecho que protege los derechos de
la minoría y evita el populismo típico de las repúblicas bananeras.
Ahora, Bachelet y sus compinches en el Congreso están enviando
señales de un cambio en las reglas de juego que sugiere un regreso a la polarización
política de comienzos de los años 70. Cuesta evitar la conclusión de que ven
sus mayorías Legislativas como la oportunidad de finalmente embutir el sueño
utópico del Presidente Salvador Allende en la garganta colectiva de Chile.
El Senador Jaime Quintana, vocero de la Nueva Mayoría en la
cámara alta, dijo prácticamente eso en marzo, cuando la oposición se quejó de
que la coalición Gobernante estaba pasando la “aplanadora” en el Congreso.
“Nosotros no vamos a pasar una aplanadora”, dijo Quintana. “Vamos a poner aquí
una retroexcavadora, porque hay que destruir los cimientos anquilosados del
modelo neoliberal de la dictadura”.
Bachelet ganó la segunda vuelta electoral con más de 60% de los
votos y sus aliados de la izquierda creen que tiene un mandato para desmantelar
la economía de mercado. Sin embargo, incluso con un mayoría de 67 a 49 escaños
en la cámara baja y de 19 a 16 en el Senado, no será fácil. La mandataria no
alcanza a tener las mayorías absolutas en el Congreso que necesita para reformar
la Constitución y poner al Estado en el centro de la economía.
Aun así, podría sacudir el mercado. La reforma tributaria que ha
enviado al Congreso eleva la tasa impositiva de las empresas de 20% a 35%. Tal
vez aún más perjudicial, elimina el Fondo de Utilidades Tributarias (FUT), que
permite a las empresas retrasar el pago de impuestos sobre las ganancias si
éstas son reinvertidas en lugar de retiradas. El FUT ha suministrado buena
parte del capital que alimentó el rápido crecimiento de Chile en las últimas
tres décadas.
Un comercial animado del Gobierno en televisión, y que Barack Obama podría admirar, empezó a emitirse la
semana pasada. “No es
justo que las grandes empresas y los más ricos de Chile no paguen los impuestos
que corresponden”, dice el locutor, mientras la ilustración de
un hombre con traje y corbata y un maletín lleno de dinero se para al lado de
una balanza cargada con lingotes de oro e inclinada a su favor.
Ministros de Hacienda de dos Gobiernos anteriores de
centroizquierda han expresado dudas sobre el plan. Aninat cuestionó la
eliminación del FUT en momentos en que “Latinoamérica se muestra algo más
recesiva, cuando los commodities no a estar de moda”. La propuesta está alimentando
la “incertidumbre” en tiempos ya inciertos, dijo. El ex Ministro desafió al Gobierno
a que muestre la forma en la que concluyó que la inversión no se verá afectada.
“En la academia y el Banco Central dicen que sí sería afectada”, declaró.
Andrés Velasco, Ministro de Hacienda durante el primer Gobierno
socialista de Bachelet (2006-2010), dijo la semana pasada que el FUT es una
fuente clave de capital para las pequeñas empresas. En una presentación de la
semana pasada ante empresarios chilenos, Juan Andrés Fontaine, Ministro de
Economía durante el Gobierno de centroderecha de Sebastián Piñera, conectó los
puntos entre la reducción de la desigualdad de los ingresos y el desempleo en
Chile desde 1990 y las políticas tributarias que fomentan el crecimiento.
También señaló que, aunque las grandes empresas han casi cerrado la brecha de
productividad frente a sus contrapartes estadounidenses, las compañías
“medianas y semi grandes” aún están muy rezagadas. “Son ellas las que más
pierden con abolición del FUT”, advirtió.
La reacción en el campo de Bachelet ha sido predeciblemente
despiadada. La semana pasada, el Ministro de Hacienda, Alberto Arenas, amenazó
con considerar una
eliminación retroactiva del FUT si los opositores en el Congreso seguían
insistiendo en un debate. Guido Girardi, aliado de Bachelet en el Senado,
advirtió que si las promesas de campaña de más populismo de la Presidente no se
cumplen, el país debería esperar agitación social en las calles. Es evidente
que para este grupo las cosas no han cambiado mucho desde comienzos de los 70.
Predican la tolerancia cuando no están en el poder y practican la envidia y la
intransigencia cuando tienen la oportunidad de Gobernar.
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