miércoles, 12 de octubre de 2011

Daños y robos en la UCV, después de 4 meses tomada.........


Destrozos en universidad ocupada

El rector de la Universidad Católica de Valparaíso (UCV) ha denunciado múltiples y graves daños en la casa central y otros tres edificios de ese plantel, comprobados tras el desalojo realizado, a petición suya y por fuerzas de Carabineros, de los estudiantes que los ocupaban. La “toma” de tales recintos se prolongó por cuatro meses, con la consiguiente suspensión de las clases, y ya a comienzos de septiembre se había pedido la intervención de la Justicia debido a que “la Rectoría fue prácticamente asaltada”. No sólo hay pérdidas materiales cuantiosas por destrozo de muebles y equipos electrónicos, numerosos robos, rayado de paredes y acumulación de elementos incendiarios y desperdicios, sino también pérdida de material audiovisual de valor histórico.


Durante el largo conflicto detonado por las protestas estudiantiles, las manifestaciones de violencia han sido muchas, pero inicialmente se destacó como uno de los méritos de los dirigentes el ánimo pacífico y creativo de sus expresiones callejeras. También algunas de las ocupaciones de establecimientos secundarios fueron exhibidas por televisión mostrando el orden interno y el cumplimiento estricto por los alumnos de las normas autoestablecidas, lo que sin duda era encomiable. A la vez la opinión pública condenaba los incidentes producidos al final de cada marcha, que se atribuían siempre sólo a la acción del lumpen y de encapuchados anónimos.


Sin embargo, progresivamente se han ido conociendo los perjuicios habidos en varios liceos por actos de parte de su alumnado, con destrucción de mobiliario y de documentos y hasta intentos incendiarios. A la vez, se ha visto a sectores —minoritarios sí— de estudiantes de enseñanza media y superior atacando a carabineros desde el interior de sus locales y armando afuera barricadas con sus sillas y escritorios, o, cuando estallan en las calles los ya habituales enfrentamientos, actuando a la par que los violentistas, quizás también con sus capuchas. Se trata de una realidad que ha sido minimizada en gran medida por los propios rectores, tal vez inicialmente por simpatía hacia las demandas del movimiento y luego para facilitar el esquivo entendimiento de las partes, evitando polarizar aún más las tensiones existentes. Pero el episodio de la UCV obliga a todos los que han guardado silencio, comenzando por los dirigentes de la Confech y el representante de la respectiva federación, a pronunciarse al respecto y asumir sus responsabilidades.


Tras el fracaso de la mesa de diálogo, los estudiantes buscan reforzar el apoyo externo tanto con un contacto con la OCDE, que puede ser beneficioso, como con su inserción en las campañas mundiales de los “indignados”. En Chile, se acentúa la importancia de la labor parlamentaria en el doble frente de la Ley del Presupuesto y del análisis de los proyectos educacionales. Ojalá la consideración objetiva de la influencia de los sectores extremistas, que se devela, como en la UCV, en el balance final de las “tomas” de liceos y universidades, haga evidente la complejidad del movimiento e impida la tendencia que viene manifestándose a dar por buenas todas sus demandas y condicionar a su aceptación en bloque la legislación futura en la materia.


(Editorial del vespertino La Segunda de hoy)

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