jueves, 20 de octubre de 2011

El derrumbe de la confianza pública, por Juan Carlos Altamirano..


El derrumbe de la confianza pública

por Juan Carlos Altamirano.

En la última encuesta realizada por la Universidad Diego Portales, el Presidente Piñera obtuvo el triste récord de 28,8 puntos de aprobación. Sin embargo, más preocupante y significativa es la caída de la confianza de las personas en las instituciones. En un año, la Iglesia Católica baja del 42,9% al 24,1%; Carabineros, del 58,8% al 47,1%; las grandes empresas, del 27,9% al 16,5%. Aún peor es la escasa confianza en las instituciones políticas: un 7% para los partidos y un 11,1% para el Parlamento. A su vez, sólo un 18,3% confía en los tribunales de Justicia. De acuerdo a estos índices, estamos frente a una severa crisis de confianza pública (fenómeno que también se expresa en Europa). Cabe preguntase entonces: ¿Qué implica una crisis de confianza?



La confianza es una necesidad emocional que nos permite relacionarnos con las personas y las instituciones en forma sana: sin estar dominados por la incertidumbre, por el miedo y la angustia. La confianza nos proporciona estabilidad y tranquilidad. Confiamos en que los médicos nos curarán, la policía nos defenderá, los tribunales harán justicia, la Iglesia nos amparará. Es decir, se tiene confianza cuando uno cree que la otra persona o institución se comportarán adecuadamente y no actuarán en contra de uno, defendiendo sus propios intereses.



Pues bien, los escándalos financieros, los abusos cometidos por grandes empresas a clientes y consumidores, el dogmatismo, la intransigencia y las promesas incumplidas de los gobiernos, la deshonestidad y las mentiras en la política, el doble estándar de instituciones llamadas a dar el ejemplo y proteger a las personas, la impunidad y la corrupción... todas estas conductas de entes públicos y privados son las que han minado la confianza de las personas.



Cuando las instituciones traicionan la confianza que la gente deposita en ellas, las consecuencias son múltiples. La extraordinaria volatilidad del mercado bursátil está directamente relacionada con la pérdida de confianza de los inversionistas en el sistema financiero mundial.



Sicológicamente, las personas se sienten vulneradas, desorientadas, escépticas, temerosas o frustradas. Pero también la desconfianza genera rabia, violencia y rebeldía. La sensación de estar desprotegido produce naturalmente la necesidad de hacer justicia o defenderse por sí mismo. Cuando estas emociones terminan dominando la psiquis social, entonces se dan las condiciones subjetivas que provocan los estallidos sociales, la inestabilidad política y económica o, bien, las rebeliones y revoluciones.



Así pues, a mi juicio, la crisis de confianza que vivimos actualmente explica en importante medida las revueltas sociales y las demandas de cambios que progresivamente se expresan en Chile y Europa. Por esta razón, hay quienes sostienen que una crisis de confianza no es necesariamente negativa: es una parte intrínseca de los procesos de transición y cambio, tanto en la vida de la gente como en el plano social. Las personas se replantean sus creencias e ideas, se cuestionan la realidad y la verdad, todo lo cual induce al cambio. A modo de ejemplo, la denuncia de abusos sexuales contra niños al interior de la Iglesia llevó al Vaticano a tomar medidas inéditas en su historia, con el objeto de terminar con la impunidad y el encubrimiento de aquellos crímenes.



En este sentido, la confianza se recupera —lenta y gradualmente— cuando las instituciones toman conciencia de sus faltas, se hacen responsables de sus actos, y generan las instancias para hacer los cambios necesarios que impidan defraudar y humillar la dignidad de las personas. Por el contrario, cuando este proceso de limpieza interior no se realiza, las consecuencias son nefastas.



No obstante lo anterior, la encuesta de la UDP trae también buenas noticias. Felizmente, los medios de comunicación continúan gozando de credibilidad. Sin embargo, este mismo privilegio les otorga una tremenda responsabilidad: junto con defender el interés público, y transparentar el funcionamiento de las instituciones, deben también ayudar a recomponer la confianza de las personas. La prensa, la radio y la TV tienen la capacidad de orientar y crear instancias de diálogo y entendimiento, lo cual ayuda a superar este tipo de crisis. He de esperar, entonces, que los medios no traicionen la confianza que la gente les ha depositado, pues de otro modo el futuro se tornará bastante gris. Así de simple.







Tomado de Diario La Segunda.

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