Desaceleraciones y
realismo.
Luego de tres semanas de confusión Gubernamental alrededor de la reforma
educacional, se ha popularizado la idea de que el desorden del Gobierno crece.
Y que puede empeorar en el segundo semestre, debido a la combinación de altas
expectativas políticas —que el Ejecutivo ha generado con su ambiciosa agenda de
reformas— y la desaceleración de la economía.
Lo primero ya estaba asumido. Con una oposición sin peso Parlamentario y
un desconcierto en sus liderazgos, desde marzo se sabía que el desafío político
del Gobierno iba a ser administrar las expectativas creadas por un ambicioso y
veloz cronograma de reformas. Lo segundo, no es nada imprevisto para los
expertos, pero esta semana ha aflorado con fuerza entre algunos actores
políticos, quienes han comenzado a asumir que el crecimiento para el 2014
estará bajo el 3%, menos incluso que las ya modestas expectativas de hace un
par de meses.
El pronóstico de un segundo semestre difícil para el Gobierno fue,
además, alentado esta semana por un muy prematuro brote de la carrera Presidencial
al interior de la DC e interrogantes acerca de la futura cohesión y viabilidad
de la Nueva Mayoría. Expertos recuerdan que, al final del primer mandato,
Bachelet gozaba de una altísima popularidad, pero la Concertación perdió una
buena cantidad de políticos (desde Alejandro Navarro hasta Adolfo Zaldívar) y
un número de votos que pavimentaron el camino al poder de Sebastián Piñera.
Reconozcamos que el pronosticar borrascas es un grato deporte chileno.
Viejote, circular y entretenido, en estos días se ha vuelto a practicar con
entusiasmo. La reaparición de emblemas como Gutenberg Martínez y Camilo
Escalona es un buen ejemplo de que algunos ven en los problemas del Gobierno
una buena oportunidad para volver al juego del cual nunca se alejaron
completamente.
Es preferible, quizás, no intentar predicciones. Sí mencionar, a modo de
apuntes turísticos, dos cambios que se observan en el panorama del segundo
semestre y que, quizás, ayuden al Gobierno a configurar un escenario más
primaveral de lo que por estos días se prevé.
Primero, el consenso de que el Ejecutivo enfrentará una actividad
económica menos dinámica, tanto en el mundo de la macro como de la
microeconomía, puede comenzar a generar una tendencia al realismo político.
Segundo, una baja en las expectativas de la ciudadanía acerca de las
posibilidades reformadoras del Gobierno. ¿Cuándo fue la última vez que se
escuchó de una marcha o de una toma de colegio como un real problema político o
un hecho que generara simpatía en la opinión pública? El embrollo de la reforma
educacional y los pesares de Eyzaguirre podrían ser vistos, desde el punto de
vista de un paseante, no más que como un aterrizaje en las pistas del realismo.
En la política chilena de los últimos años, el realismo y la falta de
dinero suelen llevarse bien. El hermoso peso de las cosas sobre las ideas, en
acuerdo con William Carlos Williams.
Si los expertos están en lo cierto, el Imacec y el consumo tenderán a la
baja, mientras el desempleo subirá como para inquietar a empresarios y
trabajadores; todo ello, en un ambiente externo donde Estados Unidos muestra
cifras positivas, Europa comienza a ver la luz y el único suspenso lo pone el
desempeño de China. El propio Ministro de Hacienda viene advirtiéndolo desde
hace un par de semanas. Y La Moneda da señales de escucharlo: está haciendo un
manejo mucho más pausado y político de la reforma laboral. Sería la primera
señal de que la desaceleración económica está moderando la aceleración
reformista del Gobierno.
No es del todo inesperado. La Presidente es una personalidad política
caracterizada por el realismo. Ya dio muestras de ello en su primera
administración, cuando apareció la crisis económica del 2008 y la sorteó
exitosamente, al menos en términos políticos. Esta nueva coyuntura es menos
auspiciosa, pero ella tiene más experiencia. Y permitirá tomarle el pulso al
liderazgo del Ministro Arenas.
Editorial de Diario La Segunda del 01-08-2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario