viernes, 24 de octubre de 2014

Otro Truco de la Nueva Mediocridad, por Hermógenes Pérez de Arce.





Otro Truco de la Nueva Mediocridad,
por Hermógenes Pérez de Arce.


          Los pobres chilenos hablan el lenguaje que la Nueva Mediocridad, dueña absoluta de la opinión pública, les permite hablar. Ella les “enseña” cómo deben decir las cosas. Por ejemplo, la legítima defensa que la mayoría de los chilenos les encargó a los militares para impedir un régimen totalitario de duración indefinida ahora se llama “violaciones a los derechos humanos”. Desconfío profundamente de todos los que dicen “violaciones a los derechos humanos”, porque están hablando el lenguaje que les impuso Leonid Brezhnev en los ’70 para desprestigiar al Gobierno Militar. Al final no le fue bien, porque el mundo le exigió a la URSS respetar los derechos humanos y, como su sistema no podía funcionar haciéndolo, se vino abajo. Pero ésa es otra historia. No obstante, ella confirma la importancia que no sólo en materia de doctrina económica tuvo el Gobierno Militar para el devenir de la Humanidad.


          Ahora los sucesores chilenos de Brezhnev, con la inevitable ayuda de los Kerenskys criollos, están llevando a cabo una revolución marxista que, como no era difícil prever, ha provocado estragos en la economía. Todos los indicadores retroceden… hasta ahora, en que aparece uno que no: el empleo. La encuesta de ocupación de la Universidad de Chile ha dicho que a septiembre, contrariando todas las demás cifras, el empleo mejoró y la desocupación bajó a 5,9 por ciento.


          Eso no podía ser, desde luego, en el contexto de la desaceleración extrema que vive nuestra economía y, por supuesto, no es. Pero hasta los más doctos economistas aparecen aceptándolo. Un experto, desconcertado, aventura: “la variable que debiese estar haciendo el ajuste, posiblemente son salarios”, dice. Otro economista senior, también evidentemente desorientado, “atribuye la caída de la tasa a un efecto netamente estacional”.


          Es que no han tenido tiempo de hurgar demasiado y se limitan a leer los principales matutinos. Si hubieran leído “La Segunda” de ayer se habrían percatado del “truco”: en realidad, dice al final de la información, el número de los que tienen contrato de trabajo y perciben un salario ha caído 17,2%.


Es decir, el número de los que están empleados bajo contrato ha disminuido en 17,2%, en línea con el frenazo que sufre la economía en razón del proceso revolucionario marxista-leninista que está viviendo el país y que ha subido confiscatoriamente los impuestos, se apresta a liquidar el emprendimiento en la educación, anuncia una razzia contra la salud privada, la Estatización de los derechos de agua de la minería y la agricultura y una reforma laboral que encarecerá el factor trabajo y debilitará la libertad de las empresas para asignar recursos, todo eso sin hablar de una reforma Constitucional que (y esto lo apuesto doble contra sencillo) tiene como “leit motiv” establecer la mayoría simple como quórum para expropiar los bienes de dominio privado. Ergo, bajo ese clima los trabajadores contratados no podían sino ser un 17,2% menos. Pero esto casi no se nota.


          ¿Qué truco utiliza la Nueva Mediocridad para ocultarlo? Muy fácil: aumenta los “trabajadores por cuenta propia” y los da como “ocupados”. Basta decir que la persona trabajó una hora en la semana anterior limpiando vidrios en una esquina y ya figura como “ocupado”. El Gobierno de Sebastián Piñera debe parte de sus alegados éxitos en la creación de empleos a la norma proveniente de la OECD, que bajó de dos horas a una el requisito para estar ocupado. Otra parte la debe a las políticas expansionistas del gasto de Andrés Velasco en el Gobierno anterior de Bachelet, que llevaron a la creación de casi la mitad del “millón de empleos de Piñera” en el solo 2010, cuando todavía éste no había hecho nada. En realidad, Piñera se dedicó a subir impuestos y por eso a partir de diciembre de 2012 el desempleo en Santiago comenzó a aumentar, según las cifras de la Universidad de Chile publicadas en “La Tercera” de hoy, p. 32.


          En general, nunca he creído mucho en las encuestas de empleo, porque están muy entregadas al sesgo político del encuestador, especialmente para determinar si una persona encuestada trabajó o no en la semana anterior. Un “hábil interrogatorio” correspondiente al sesgo del encuestador basta para incluir o excluir a su gusto a los interrogados en la fuerza de trabajo y así hacer variar el tamaño de ésta y la cifra final de desempleo. Si estuviéramos en Finlandia no creería que esas trampas se hicieran, pero estamos en Chile, donde sólo el 13% dice confiar en los demás. Yo me cuento en el 87% que desconfía. Y por eso creo que este 5,2% de desempleo en Santiago en septiembre es sólo un truco más de la Nueva Mediocridad.



Tomado del Blog de Hermógenes Pérez de Arce.

No hay comentarios: