lunes, 31 de enero de 2011

Cenabast y Egipto, dos temas importantes.



Reformas necesarias en el abastecimiento de remedios

Los cambios impulsados en Cenabast debieran ordenar un ente con graves problemas administrativos, pero sin subir el costo de los medicamentos.

EL MINISTRO de Salud ha declarado el interés del gobierno por reestructurar profundamente el funcionamiento de la Central de Abastecimiento (Cenabast), el ente encargado de llevar adelante las compras de remedios e insumos médicos para la red de consultorios y hospitales públicos. Es una iniciativa necesaria que debe ser empujada con fuerza por la autoridad, pues busca hacer más eficiente un organismo que viene mostrando hace tiempo severas deficiencias administrativas. Los cambios, sin embargo, deben realizarse buscando preservar los beneficios en términos de precio y calidad que Cenabast es capaz de conseguir desde sus proveedores.


La Cenabast, un organismo creado en 1930 que asumió el rol de intermediador de las compras del sector público de salud en 1992, muestra problemas desde hace años. En 2009, una auditoría de la Contraloría General de la República reveló graves deficiencias en la manera en que los medicamentos eran recibidos, almacenados y entregados, serio deterioro en las bodegas y mal manejo sanitario (jeringas con hongos, pérdida de la cadena de frío y fecas de ratón sobre cajas de remedios), así como irregularidades administrativas en la entrega de viáticos y falta de rigurosidad en los procedimientos para la adjudicación de viajes al exterior. El año pasado, el gobierno encargó otra auditoría, esta vez a una consultora privada, la cual entregó resultados preocupantes. De acuerdo al informe final, en Cenabast existe severo desorden administrativo, financiero y en el manejo de inventarios. Habría pérdidas por $ 1.500 millones por medicamentos vencidos y por $ 3.500 millones debido a productos mal registrados; al mismo tiempo, hospitales y municipios, los clientes de la repartición, mantienen con ésta deudas por $ 85.000 millones, mientras la Cenabast debe a sus proveedores otros $ 95.000 millones.


Se trata de una situación que no debe seguir prolongándose. Ante la incapacidad logística de Cenabast, el Ministerio de Salud ha decidido entregar a privados el almacenamiento y distribución de los medicamentos, al tiempo que se optó por la creación de una unidad que se encargará de coordinar las compras de los hospitales públicos. La labor directa de la Central de Abastecimiento se verá restringida ahora a aquellas operaciones por montos superiores a los $ 40 millones, en las cuales es posible obtener mejores precios debido al volumen de la compra. Como consecuencia, el ministro de Salud calcula que el número de licitaciones en las que participa Cenabast se verá reducido desde las 1.900 a unas 900 anuales.


Estos cambios, que debieran traducirse en una mayor eficiencia en la compra de remedios e insumos médicos, así como en su distribución y despacho, han despertado resistencia en algunos sectores, los cuales temen que terminen generando precios más altos para hospitales y municipios (hoy éstos logran ahorros de 29% por este concepto gracias al intermediación de Cenabast). Es evidente que el gobierno debe velar porque los costos no crezcan. Sin embargo, también parece obvio que la autoridad tiene que enfrentar de manera decidida los persistentes problemas que presenta Cenabast. Dada esta situación, una intervención que permita una operación más eficiente y una entrega más oportuna de productos a la red asistencial pública es una exigencia insoslayable.


(Editorial de Diario La Tercera. La imagen no corresponde a la poblicación del rotativo.)





Gobierno egipcio en jaque.


El Presidente Hosni Mubarak ha enfrentado por primera vez en sus 31 años de gobierno masivas manifestaciones, que ya dejan más de cien muertos, más de mil heridos y cientos de detenidos, lo que ha hecho temer que la violencia escale en una espiral sin control.


Mubarak ha mantenido el poder con mano de hierro, y con los cambios cosméticos hechos el fin de semana a su gobierno mostró que sus intenciones siguen siendo aplastar la disidencia y no abrirse a reformas que cambien un sistema político que ya no parece sostenible.


Durante su mandato, Mubarak prohibió la oposición, salvo algunos grupos que no mellan su autoridad. Lo más complicado para el régimen es que las protestas de la última semana tuvieron una base popular y se fueron expandiendo como espuma. Las convocaron jóvenes que no tienen movimientos articulados y que basaron sus llamados en las redes sociales, especialmente Facebook y Twitter. Sin una orientación ideológica clara y representando tanto a cristianos como a musulmanes, los líderes juveniles fueron rápidamente secundados por grupos con mayor organización.


Tal es el caso de la Hermandad Musulmana, una organización islamista, oficialmente prohibida pero tolerada por el gobierno (tuvo representación parlamentaria hasta diciembre), que tiene arraigo en cerca del 20 por ciento de la población y que ha sido uno de los mayores desafíos para el régimen laico de Mubarak.


Nunca estuvo en duda la legalidad del régimen; después de todo, Mubarak ganó varias elecciones populares y siempre mantuvo una apariencia de democracia. Su legitimidad sí ha estado en cuestión, especialmente después de los comicios de diciembre en los que se renovó el Parlamento, los cuales fueron denunciados como fraudulentos. También se le han cuestionado sus descarados intentos por ungir como heredero del régimen a su hijo Gamal, un ex banquero que nunca ha estado en política y que no tiene arraigo popular.


Eso a Mubarak, de 82 años, no pareció importarle. Se ha sentido seguro, por décadas, amparado en sus antecedentes de sucesor de Anwar Sadat, quien firmó la paz con Israel, pero fundamentalmente afirmado en el poder del ejército, los servicios de seguridad, la policía y el partido oficialista. Con las riendas de esas instituciones firmes en sus manos ha dado estabilidad a Egipto, y por ello ha sido un socio confiable para Estados Unidos -el que lo ha provisto de miles de millones de dólares anuales en ayuda, especialmente militar- y se le reconoce como un interlocutor para Israel y un mediador de éste con el mundo árabe. Washington ahora exige que El Cairo responda a las demandas de libertades civiles y respeto de los derechos humanos. Lo de los últimos días pone en cuestión no sólo el papel internacional de Mubarak, sino su estilo autoritario, que ha aplastado la oposición interna.


El Premio Nobel de la Paz y ex diplomático Mohamed El Baradei se sumó a las protestas callejeras desafiando el toque de queda y habría recibido el encargo de las organizaciones opositoras de encabezar negociaciones para un eventual cambio de gobierno.


La inestabilidad política en Egipto es un riesgo para toda la región, pues si bien podría llevar cambios democráticos, al mismo tiempo es probable que, más que regímenes laicos y liberales a la manera occidental, los votantes prefieran gobiernos de corte islamista.


Editorial de Diario El Mercurio. La imagen que ilustra esta columna no corresponde a la publicación del matutino.)

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