Manel
Esteller es investigador en la
epigenética
y genética del cáncer.
Epigenética,
la nueva frontera de la medicina,
Alejandra
Martins, BBC Mundo.
Si compartimos más del 90% de nuestro genoma con
los chimpancés, si tenemos el mismo número de genes que los ratones, ¿por qué
somos tan diferentes? ¿Qué define nuestra identidad genética?
En el pasado se pensó que era definida por los
genes que heredamos de nuestros padres, pero el genoma es sólo una parte de la
historia. La otra tiene que ver con un campo de la ciencia considerado una de
las nuevas fronteras de la medicina: la epigenética.
"El genoma es el abecedario del ADN, del
material genético, y el epigenoma es toda la regulación de ese genoma. Si
imaginamos un ordenador o computadora, el hardware es el genoma mientras que el
software, toda la programación, es el epigenoma", dijo a BBC Mundo el
doctor Manel Esteller, director del Programa de Epigenética y Biología del
Cáncer del Instituto de Investigación Biomédica del Bellvitge, en Barcelona.
El epigenoma representa cambios químicos que no
afectan a la secuencia de ADN pero pueden modificar la expresión de los genes,
activándolos o silenciándolos. Estas variaciones pueden aparecer debido a
factores ambientales y pueden ser heredables.
"El código epigenético se superpone al
código genético, es decir tenemos una instalación eléctrica que serían las
bombillas, los cables, el genoma. La epigenética sería la serie de
interruptores de la luz, que van encendiendo o apagando distintos genes".
Este epigenoma no es fijo sino dinámico y puede
alterarse durante la vida de un individuo por diversos factores, como por
ejemplo, el tabaco, el ejercicio o la nutrición.
El epigenoma es más flexible de lo que jamás se
imaginó en el pasado y esto podría tener enormes implicaciones en el campo de
la salud en el futuro, ya que significaría que tenemos más control sobre
nuestro destino genético de lo que se pensaba.
Enfermedades
distintas.
"Los gemelos monozigóticos que son los que
tienen el mismo ADN pueden tener enfermedades distintas porque aunque su genoma
es el mismo, por la forma en que se encienden y apagan los genes por estas
marcas que se añaden al ADN, tienen un epigenoma distinto", señaló
Esteller.
"El ADN está formado por Cs, Gs, As y Ds,
por estas cuatro piezas del puzzle mezcladas en millones de
combinaciones".
"Esa c puede ser una c o una metil-c, es
decir, un grupo metilo añadido a la c. Un grupo metilo es un grupo carbono y
tres grupos de hidrógeno. Eso que parece una tontería, algo muy pequeñito, hace
que el gen debajo del metil-c esté inactivo. Si no tienes el grupo metilo está
activo, y eso ya determina actividades distintas de los genes, enfermedades
distintas".
Esteller explicó a BBC Mundo que el ADN de cada
célula "mide dos metros si se desenrrollara y se pusiera recto, pero para
que quepa dentro del núcleo de la célula lo que está es muy empaquetado. Quien
enrolla eso es la epigenética que se encarga de enrollar de forma distinta el
ADN en una neurona y en una célula del corazón. Ambas tienen el mismo ADN, el
genoma es el mismo, pero sabemos que el aspecto es muy distinto, una hace
neurotransmisores y la del corazón se contrae".
La epigenética es lo que ayudaría también a
explicar las diferencias entre los seres humanos y otros primates.
"Por ejemplo, un primate tendría activo de
forma epigenética un receptor del olor mientras que el humano no lo tendría,
porque seguramente en la sociedad actual ya no necesita separar miles y miles
de olores distintos".
Circunstancias
ambientales.
¿Cuán flexible es el epigenoma?
"Hay un epigenoma sano, el de la salud, que
es muy importante para permitir que los genes se expresen cuando deben
expresarse y donde deben expresarse. Pero aparte de esto tenemos un epigenoma
que se puede alterar por circunstancias ambientales diversas, por ejemplo el
tabaco altera el epigenoma".
El ejercicio y la alimentación, en cambio,
podrían alterar el epigenoma en forma positiva.
"Hay menos datos, pero hay estudios que
demuestran, por ejemplo, que hábitos de sueño-vigilia correctos, alimentación
correcta, ejercicio, también están asociados a mantener un epigenoma mas
estable".
La Dra Juleen Zierat, del Instituto Karolinska
en Suecia, se especializa en diabetes y está estudiando precisamente si el
ejercicio cambia las marcas epigenéticas en nuestro tejido muscular.
En una de las pruebas que la Dra Zierat mostró a
la BBC, el ejercicio induce cambios epigenéticos que hacen al tejido más
eficiente en la metabolización de la glucosa y la combustión de grasa.
"No imaginábamos que veríamos esos cambios
en respuesta al ejercicio", dijo Zierat.
El trabajo de la investigadora sugiere que
podríamos tener mucho más control sobre nuestra salud futura de lo que se creía
posible.
"Esta es toda una nueva frontera en medicina.
Basándonos en este estudio podemos decir que algo como el ejercicio puede
reprogramar el músculo y aumentar su capacidad de quemar más combustibles como
glucose o grasas, y posiblemente prevenir el desarrollo de diabetes tipo 2
porque podríamos mantener los niveles de azúcar bajo control", dijo la
investigadora a la BBC.
Estas modificaciones también pueden ser
transmitidas a nuestros descendientes.
"Evidentemente el epigenoma de un ser
humano se transmite a su descendencia como especie, la pregunta es si cambios
en el epigenoma adquiridos en la vida de esa persona pueden ser transferidos a
la siguiente generación. Eso puede suceder si el cambio afecta a las células
germinales a los espermatozoides u ovocitos del hombre y la mujer y hay datos
en ese sentido", explicó Esteller.
Genoma oscuro.
El investigador español concordó en la
descripción de la epigenética como una nueva frontera. "La genética lleva
muchos años, la genética clásica empieza con Mendel. La epigenética moderna
empieza hacia la mitad de los años 90 por tanto llevamos poco tiempo, pero es
la última frontera. Es un nivel muy dinámico de cambio que permite adaptarse
rápidamente a las condiciones ambientales".
"Y algo muy importante es que afecta lo que
llamamos el genoma oscuro. En nuestro ADN los genes clásicos de toda la vida
(que producen proteínas como hemoglobinas) son sólo un 10%. Hay un 90% del
genoma que está haciendo otras cosas, regulando el resto del genoma haciendo
que el ADN sea estable. Ese ADN oscuro sabemos que está activo y haciendo
muchas cosas y esas cosas son muchas de ellas epigenéticas".
El Dr. Estellar investiga especialmente la
epigenética relacionada con el cáncer.
"En la célula tumoral hay cambios
epigenéticos que lo que hacen es inactivar a genes que deberían frenar el
crecimiento y eso hace que la célula no tenga esos frenos y empiece a acelerar,
a proliferar, a dividirse. Una las causas de los tumores son los cambios
epigenéticos".
Una de las preguntas que el investigador y su
equipo buscan responder es si es posible en el caso de un cáncer que tiene una
alteración epigénetica revertirla para que recupere la memoria epigenética
correcta.
"Estamos desarrollando fármacos que lo que
hacen es volver a un perfil epigenético más o menos similar al fisiológico. De
esa forma la célula que está proliferando deja de crecer porque recupera
aquellas marcas epigenéticas que reprimen su proliferación. En la actualidad ya
hay cinco fármacos aprobados para su uso de momento sólo en ciertas formas de
leucemia y linfomas".
Libro de la
vida.
Hace poco más de una década, cuando se anunció
la decodificación del genoma humano, era tentador para el público pensar que
descifrar y controlar enfermedades era un paso cercano.
Pero la mayoría de las enfermedades involucran
muchos genes diferentes y es la epigenética la que esta permitiendo a los
investigadores comprender cómo, dónde y cuándo se expresan.
"En el año 2000 podemos imaginar que el
genoma nos dio un libro lleno de letras, pero no había separaciones entre las
palabras, no había acentos gramaticales, no había cursivas ni había
mayúsculas", explicó a BBC Mundo el Dr. Estellar.
"Era un libro en el que más o menos se
puede entender algo, pero es muy difícil de seguir. Ahora estamos poniendo esas
señales de puntuación y de ortografía en ese libro".
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