El momento
que vivimos,
por Gonzalo Rojas Sánchez.
Ya pasaron los instantes del inicial
desconcierto y aún no se manifiestan los síntomas de la crispación. Por eso,
estas semanas de abril y mayo serán de creciente concentración: uno de esos momentos
en que es muy importante observar, ponderar y juzgar.
La coalición Gobernante ya muestra signos de
impudicia. Eso sucede habitualmente entre los que abordan la política de modo
rústico, primitivo, ideologizado, y especialmente en momentos en que experimentan
una seguridad absoluta, incontrastada.
Unos pocos ejemplos de la agresividad Gobiernista.
"Creo que basta de que la Iglesia Católica
esté actuando como actúa en ciertos debates donde debería dejar que el Estado
tenga su debate", ha afirmado el Senador socialista Juan Pablo Letelier.
Hay que entender bien a Letelier, en toda su
extensión: no es cuestión solo de que él quiera que la jerarquía católica quede
silenciada; su mordaza se extiende obviamente a todos los católicos en el
debate intelectual, a sus ONG, a las universidades católicas, a sus
organizaciones escolares, a sus radios y medios impresos, a los católicos en el
arte y en el deporte, porque, para estas mentalidades estatistas, silenciado el
capitán, capturados los marineros.
Schilling, Diputado socialista, aporta lo suyo:
"Vemos a los ricos arrinconados en sus castillos, tratando de resistir
estas hordas que quieren tomar por asalto al futuro y piden justicia". La
suya es una retórica insustancial, porque no hay hordas que estén asaltando el
futuro, sino demagogos como él, que reinventan la lucha de clases a favor de su
clientela electoral.
A lo anterior se suma un socialista más,
Solari, Presidente del directorio de TVN, quien afirma que "tiene que
haber algo en TV abierta que apoye los procesos de transformación social".
Como todavía queda alguna capacidad de reacción ante tamaño sesgo, Solari tuvo
que salir a aclarar que "el pluralismo no puede estar solo asociado a una
visión de que sea equilibrada la lógica discursiva de los que hoy día Gobiernan
y los que están en oposición". Por supuesto, de entrada, nadie entiende
nada en esa frase, pero en segunda lectura significa esto: el canal dejará de
ser público para ser Gobiernista.
Y, en paralelo con la agresividad, la
indefinición.
Parece incompatible, pero es propio de la
mentalidad Estatista: junto con lo que se defiende a brazo partido y
precisamente porque no ha sido razonado sino simplemente vomitado, se expresan
posiciones ambiguas o contradictorias.
Cada vez que el Ministro Eyzaguirre habla, no
es posible dilucidar si quiere calidad o igualdad, si busca mejores condiciones
para los que quieren surgir o quiere eliminar a un porcentaje de los
sostenedores, si le interesa la educación o solo la conquista de un nuevo
espacio para el Estado.
Cuando la Alcaldesa Tohá afirma que en la
construcción de un condominio social "las familias hicieron un aporte
extra, pues los fondos de los subsidios no dan para construir en
Santiago", ¿está validando el copago o apoya una iniciativa que simplemente
le reporta votos?
Y si la Ministra de la Vivienda, la antigua
mapucista Paulina Saball, afirma que en Valparaíso "se harán todos los
esfuerzos posibles para que el proceso de reconstrucción sea en el lugar que
las personas habitan", ¿no está contribuyendo a la tan denostada
segregación?
En las palabras, la coalición Gobernante es o
agresiva o indefinida. Y en ambos casos manifiesta su pobreza conceptual.
Están pendientes también sus silencios, más
peligrosos aún: una reforma Constitucional destinada a la perpetuación en el
poder y que está siendo preparada en nocturnidad y con alevosía. Cuando salga a
la luz, sin duda será más agresiva que ambigua.
Tomado de El Mercurio.
Tomado de El Mercurio.
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