viernes, 3 de diciembre de 2010

Las FARC y las elecciones en Cataluña, dos temas excelentes.


Colombia: La bestia aún no ha muerto – por Víctor Hugo Malagón

He reiterado en distintas ocasiones mi percepción de que los colombianos tenemos mala memoria. Nos cuesta recordar, por ejemplo, la situación generalizada de inseguridad que vivía Colombia al inicio de este siglo; la sensación de angustia y zozobra permanentes que invadía la cotidianeidad de todos; el dolor profundo por la permanente afrenta a la libertad individual y social por parte de las fuerzas narcoterroristas; la infiltración de la cultura mafiosa en todas las instancias de la sociedad; los continuos ataques terroristas a poblaciones indefensas; los miles de compatriotas secuestrados en las selvas; y sobre todo las cifras, datos y hechos que evidenciaban el deterioro de la situación general de nuestro país, la destrucción sistemática de la confianza y el impacto negativo de la violencia en nuestro desarrollo, hechos que respaldaban la idea de algunos que llegaron a calificar a nuestro país como un Estado fallido o inviable. Hoy, aunque a muchos les disgusta, Colombia tiene otra cara. No hemos superado del todo las lacras que nos han impedido avanzar durante tantos lustros, pero difícilmente alguien podrá decir hoy que nuestro Estado es inviable, salvo aquellos que tradicionalmente arengan contra las instituciones con su habitual tono ideológico, intransigente y antidemocrático.

Sin embargo una mayoría también coincide en que la guerra contra los violentos no se ha ganado y los triunfalismos no son buenos consejeros. Las últimas arremetidas de los golpeados reductos de las FARC en zonas marginales del país comprueban que la bestia aún no ha muerto y que, además de los ingentes esfuerzos de nuestras fuerzas militares y de nuestro gobierno, la lucha contra el narcoterrorismo debe implicar a toda la sociedad en su conjunto y las batallas se libran, no solamente en los campos de batalla y en las selvas de Colombia sino, lo que es más grave, en las aulas universitarias, en los espacios de opinión, en el mundo empresarial, en las organizaciones sociales, en la burocracia del Estado.

La sociedad debe rodear a las instituciones del Estado y respaldar su accionar en el marco de la legalidad y del Estado de Derecho, especialmente en el ámbito de la lucha antiterrorista. No podemos permitir que nuestra mala memoria colectiva sumada al accionar de organizaciones oscuras que se dedican a perseguir a las instituciones y a las fuerzas legítimas del Estado, deslegitimen en el tiempo los avances contra el terrorismo. Nuestro respaldo como sociedad a nuestro Estado para que la Bestia finalmente muera.

* Víctor Hugo Malagón es economista, especialista en política y relaciones internacionales, y profesor universitario.

Fuente: El Nuevo Siglo (Colombia)







ELECCIONES EN CATALUÑA: OTRA LECTURA DE LOS RESULTADOS

“Hundimiento de un sistema de valores llevado hasta el paroxismo, basado en gran medida en la ideología de género y el homosexualismo político”.

La victoria indiscutible de Convergència i Unió, y de su candidato a la presidencia, Artur Mas, tiene más de un nivel de lectura. El primero, es el triunfo del catalanismo o nacionalismo moderado, como quieran llamarle. Otra, aparejada a aquella, es el hundimiento del tripartito. También, se puede hacer la misma lectura jugando con otro tipo de antagonismo: el que se sitúa en el eje de la derecha y la izquierda. En este caso, los votos de CiU y del PP sobrepasarían en mucho a los alcanzados por los tres partidos que hasta ahora gobernaban, al que se debe añadir Ciutadans, que en este esquema se sitúa a la izquierda en razón de su programa. También, y esta sería otra lectura legítima, el peso de los partidos que tienen su centro de decisión sólo en Cataluña resulta abrumador, evidentemente, a causa del éxito de CiU, pero al que debe añadirse en este recuento los escaños de la descalabrada Esquerra Republicana, así como los de los recién llegados de Laporta.

Pero, queremos referirnos a otra interpretación que se añade a las anteriores, no la suple, pero que debe tomarse muy en cuenta. Se trata del hundimiento de un sistema de valores llevado hasta el paroxismo por parte del tripartito, basado en gran medida en la ideología de género y el homosexualismo político. Tanto es así que hasta el último instante se estuvieron acometiendo acciones de este tipo. Una exposición dirigida a ensalzar la homosexualidad en plena campaña electoral, en la que se planteaban tesis tan irreales como la de que sólo el 50% de la población era heterosexual, muestra su tozudez entomológica. El último día de la semana pasada, justo al cierre de la campaña electoral, la Generalitat establecía un acuerdo con el Gobierno del Distrito Federal Mexicano sobre, precisamente, los matrimonios homosexuales. Mira que existen temas en el mundo, pero han de ser de este tipo los predominantes. Todo eso, incluido una relectura de la memoria histórica claramente manipulada, un laicismo de la exclusión religiosa, que el Montilla de los últimos tiempos ha buscado reconducir, todo eso, repitámoslo, se ha hundido.

En una medida imperfecta, CiU postula en su programa, más Unió que Convergència, un modelo alternativo en el que la familia natural tiene un papel, son los padres quienes poseen un rol decisivo en la educación de los hijos; se garantiza el respeto a los derechos de los homosexuales, pero sin que esta opción personal se transforme en una bandera política.

Se reduce la voluntad, en definitiva, de formatear las mentes de los ciudadanos. La escuela, la libertad y el derecho de los padres, ahora restringido, también se verá beneficiado. La conversión del Departamento de Sanidad en un centro de “educación” sexual de los menores será resituado en una posición más acorde con la sanidad, y menos con la educación ideológica. En definitiva, todas la banderas, que la izquierda sin programa de transformación social ha levantado como señal de una identidad vacía, van a ser arriadas, o en otros casos, situadas a media asta. No todo va a ser perfecto en este periodo que empieza, pero partimos de una situación tan mala que toda expectativa de cambio debe ser celebrada, y el nuevo Gobierno merece ser apoyado, al menos hasta que unos hipotéticos hechos no demuestren que tal actitud deba ser modificada.▄

Tomado de http://www.temas.cl

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