Aprontes Municipales,
por
Max Colodro.
A noventa días de la contienda
Municipal, Sebastián Piñera y su Gobierno parecieran confirmar una tendencia al
alza en las encuestas. A la luz de las últimas cifras de Adimark, se estaría
dejando finalmente atrás el momento más difícil, y aunque es temprano para
asegurar que la recuperación está consolidada, siempre es mejor afrontar los
desafíos electorales al alza y no a la baja. En rigor, La Moneda pudo encontrar
un formato comunicacional con el cual morigerar el ímpetu Presidencial,
logrando adaptarlo a una línea más sobria y menos sobreexpuesta. A ello se ha
sumado también la atenuación en el alza de los alimentos básicos, la caída en
los combustibles, buenas cifras que mostrar en materia de crecimiento y en
reducción de la pobreza. De este modo, el horizonte general del Gobierno
empieza a observarse un poco más promisorio, lo que ad portas de una campaña
electoral siempre es un elemento proactivo.
Por primera vez desde el retorno
a la democracia, la próxima elección Municipal tendrá en competencia nueve
listas; señal elocuente de una diversidad que no se expresa a cabalidad en un
sistema político forzado por el binominal a una lógica en blanco y negro. La
Concertación vuelve a competir separada en dos subpactos de Concejales, pero, a
diferencia de la vez anterior, ahora PPD y radicales no sólo han optado por
ratificar el divorcio con la DC y el PS, sino que han integrado al PC en un
diseño que progresivamente va dejando de ser táctico y electoral, para volverse
más estratégico y de proyecto político. De algún modo, en el desenlace de esta
disputa por la hegemonía entre ambos subpactos radicará una clave de las
definiciones que el conglomerado opositor deberá acometer a partir de octubre.
Paralelamente, el esfuerzo por
evitar la dispersión opositora en la elección de Alcaldes tuvo sólo un éxito
relativo. Si bien la Concertación logró reeditar el pacto por exclusión con el
PC, ello no impedirá la confrontación electoral con una gama amplia de partidos
pequeños o en formación (PRI, PRO, Chile Primero, Humanistas, etc.), lo que
inevitablemente le significará al bloque mayoritario una merma electoral de
costos eventualmente relevantes. En la Municipal 2008 la suma de las dos listas
de la Concertación obtuvo más de un 45% a nivel de Concejales, lo que, sumado
al 9% de la plantilla del Juntos Podemos, llegaba casi a un 55%. Una meta que
en el actual cuadro político, y disputando ahora desde la oposición (y contra
otras fuerzas de oposición), no se ve fácil volver a replicar.
La centroderecha, por su parte,
enfrenta este desafío electoral con el imperativo de rearticular su base
histórica de sustentación, base que ha languidecido de manera significativa en
todos los estudios de opinión conocidos en el último año, como corolario
inevitable del deterioro mostrado por el Gobierno y el liderazgo Presidencial.
En la elección Municipal anterior la Alianza obtuvo poco más de 36% en Concejales,
casi 10 puntos menos que la Concertación. Sin embargo, a nivel de Alcaldes la
actual coalición oficialista aventajó por más de 2% a la Concertación, que
obtuvo con todo 3 Alcaldes más. De una manera increíblemente ingenua, el bloque
de centroizquierda sacó en esa oportunidad cuentas alegres respecto de los
números generales, desconociendo que una gran mayoría de las Alcaldías
retenidas o conquistadas correspondía a Comunas rurales o semi-rurales, lo que
contrastó con los triunfos de la Alianza en las principales Comunas urbanas y en
la mayoría de las capitales Regionales, incluidas Valparaíso, Santiago y
Concepción. La «ruralización» del votante de la Concertación y el importante
retroceso en Comunas de clase media serían al final un preludio de la pérdida
de votos de centro que terminó definiendo la elección Presidencial del año
siguiente.
En definitiva, el país entra en
tierra derecha respecto a una contienda Municipal que tendrá efectos
sustantivos sobre las definiciones que deberán acometerse a partir de
noviembre. Sus resultados impondrán, sobre todo, un "estado de
ánimo", un elemento de subjetividad política que delineará sin duda los
contornos del último año de Sebastián Piñera y, principalmente, el escenario en
el que se jugará la contienda Presidencial de 2013.
Tomado de Diario La Segunda.
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