miércoles, 8 de agosto de 2012

Aprontes Municipales...



Aprontes Municipales,
por Max Colodro.


A noventa días de la contienda Municipal, Sebastián Piñera y su Gobierno parecieran confirmar una tendencia al alza en las encuestas. A la luz de las últimas cifras de Adimark, se estaría dejando finalmente atrás el momento más difícil, y aunque es temprano para asegurar que la recuperación está consolidada, siempre es mejor afrontar los desafíos electorales al alza y no a la baja. En rigor, La Moneda pudo encontrar un formato comunicacional con el cual morigerar el ímpetu Presidencial, logrando adaptarlo a una línea más sobria y menos sobreexpuesta. A ello se ha sumado también la atenuación en el alza de los alimentos básicos, la caída en los combustibles, buenas cifras que mostrar en materia de crecimiento y en reducción de la pobreza. De este modo, el horizonte general del Gobierno empieza a observarse un poco más promisorio, lo que ad portas de una campaña electoral siempre es un elemento proactivo.



Por primera vez desde el retorno a la democracia, la próxima elección Municipal tendrá en competencia nueve listas; señal elocuente de una diversidad que no se expresa a cabalidad en un sistema político forzado por el binominal a una lógica en blanco y negro. La Concertación vuelve a competir separada en dos subpactos de Concejales, pero, a diferencia de la vez anterior, ahora PPD y radicales no sólo han optado por ratificar el divorcio con la DC y el PS, sino que han integrado al PC en un diseño que progresivamente va dejando de ser táctico y electoral, para volverse más estratégico y de proyecto político. De algún modo, en el desenlace de esta disputa por la hegemonía entre ambos subpactos radicará una clave de las definiciones que el conglomerado opositor deberá acometer a partir de octubre.



Paralelamente, el esfuerzo por evitar la dispersión opositora en la elección de Alcaldes tuvo sólo un éxito relativo. Si bien la Concertación logró reeditar el pacto por exclusión con el PC, ello no impedirá la confrontación electoral con una gama amplia de partidos pequeños o en formación (PRI, PRO, Chile Primero, Humanistas, etc.), lo que inevitablemente le significará al bloque mayoritario una merma electoral de costos eventualmente relevantes. En la Municipal 2008 la suma de las dos listas de la Concertación obtuvo más de un 45% a nivel de Concejales, lo que, sumado al 9% de la plantilla del Juntos Podemos, llegaba casi a un 55%. Una meta que en el actual cuadro político, y disputando ahora desde la oposición (y contra otras fuerzas de oposición), no se ve fácil volver a replicar.



La centroderecha, por su parte, enfrenta este desafío electoral con el imperativo de rearticular su base histórica de sustentación, base que ha languidecido de manera significativa en todos los estudios de opinión conocidos en el último año, como corolario inevitable del deterioro mostrado por el Gobierno y el liderazgo Presidencial. En la elección Municipal anterior la Alianza obtuvo poco más de 36% en Concejales, casi 10 puntos menos que la Concertación. Sin embargo, a nivel de Alcaldes la actual coalición oficialista aventajó por más de 2% a la Concertación, que obtuvo con todo 3 Alcaldes más. De una manera increíblemente ingenua, el bloque de centroizquierda sacó en esa oportunidad cuentas alegres respecto de los números generales, desconociendo que una gran mayoría de las Alcaldías retenidas o conquistadas correspondía a Comunas rurales o semi-rurales, lo que contrastó con los triunfos de la Alianza en las principales Comunas urbanas y en la mayoría de las capitales Regionales, incluidas Valparaíso, Santiago y Concepción. La «ruralización» del votante de la Concertación y el importante retroceso en Comunas de clase media serían al final un preludio de la pérdida de votos de centro que terminó definiendo la elección Presidencial del año siguiente.



En definitiva, el país entra en tierra derecha respecto a una contienda Municipal que tendrá efectos sustantivos sobre las definiciones que deberán acometerse a partir de noviembre. Sus resultados impondrán, sobre todo, un "estado de ánimo", un elemento de subjetividad política que delineará sin duda los contornos del último año de Sebastián Piñera y, principalmente, el escenario en el que se jugará la contienda Presidencial de 2013.


Tomado de Diario La Segunda.

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