Argentina sin
límites,
por Martín Krause.
Argentina es un país exuberante, un país que no
reconoce límites. Y lo que pareciera ser un don, en cierto sentido es una plaga
en el ámbito de la política y el Estado. Como no tiene límites, éstos le llegan
desde afuera. La Corte Suprema de los Estados Unidos decidió en estos días no
tomar el caso que enfrenta al Estado argentino con aquellos acreedores que no
aceptarán el canje de deuda en el año 2005, llamados holdouts, y decidieran
seguir la vía Judicial. Ganaron en primera instancia, luego en segunda, y ahora
al no aceptar el caso quedan firmes las anteriores.
Estas implican que los pagos que se realicen a
los bonistas que sí aceptaron el canje, es decir, bonos que se cumplen, pueden
ser embargados para pagar proporcionalmente a los así llamados “buitres”. Como
uno de estos pagos es a fin de mes, Argentina puede caer en default nuevamente
en cuestión de días.
Al margen de todos los argumentos que se
presentan en estos días, quiero señalar aquí que es este un nuevo caso que
muestra la ausencia de límites al abuso de poder, o al oportunismo político.
Todo esto empezó, por supuesto, con aquellos que alegremente aprobaron el
excesivo gasto público que hubo de ser financiado con emisión de deuda, que
luego no pudo ser pagada, que fuera después demandada y hoy, exigida.
En todo este proceso no hubo un solo límite
interno para frenar un proceso que lleva luego, inevitablemente, a encontrar un
límite externo. El primero de ellos fue décadas atrás, cuando el mercado le
dijo a la Argentina que no aceptaría bonos con jurisdicción local, ya que la Justicia
argentina no es confiable, porque no es independiente del Gobierno de turno.
Esto forzó a distintos Gobiernos a emitir bonos con jurisdicción extranjera.
Bien podría no haber sido el caso si los Gobernantes
hubieran dado prioridad al orden Fiscal que no demandara endeudamiento. Pero no
fue así y llevaron la deuda hasta el segundo límite, el que les puso el mercado
en 2001/02, señalando que no estaba ya dispuesto a seguir prestando, porque ya
no había tasa de interés que cubriera semejante riesgo. Default.
El tercer límite fue el de quienes no aceptaron
las propuestas y presiones del Gobierno para renegociar la deuda con una
importante quita, y así cerraron las posibilidades de financiamiento externo
durante los últimos 10 años. El límite externo pudo tener el saludable efecto
de limitar la sed de gasto, pero no fue así. Como no hay límites internos, el Gobierno
continuó gastando y endeudándose tomando las fuentes internas disponibles (el
sistema de seguridad social, reservas del Banco Central).
El cuarto límite llega ahora, impuesto por la
justicia externa, no por ningún tipo de límite institucional interno, y hace
que el Gobierno argentino tenga que confrontarse con las consecuencias de sus
propios actos. Saldrá de alguna forma de esta encrucijada o dejará la escena
con la bandera en alto y el país destruido. Después de todo, hay pocos pueblos
tan acostumbrados y conocedores de cómo atravesar tormentas.
(*)Martín Krause es profesor de economía de la
Universidad de Buenos Aires.
Articulo tomado de Diario
La Tercera.
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