Chile no debe olvidar que cuándo
hemos caído en manos del
populismo y la demagogia hemos
debido pagar un alto precio.
Quien siembra
expectativas...,
por Álvaro Góngora.
Se ha rememorado el Gobierno de Eduardo Frei
Montalva en varias columnas de este medio y otros. Fue el primero que planteó
la realización de "reformas estructurales" mediante un programa
completo y sistemático, elaborado por especialistas. Fue la "Revolución en
libertad". Un tipo de administración que se identifica como de
"planificaciones globales" -término acuñado por el historiador Mario
Góngora-, porque aspiraron a materializar cambios totales en distintas áreas.
Las iniciativas no solo tensaron al país en
diferentes niveles, sino que crearon un cúmulo de expectativas sin precedentes
entre la población. No es la idea evaluar al Gobierno, menos al Mandatario;
solo señalar que hacia fines del período hubo un sentimiento de frustración en
amplios sectores, precisamente porque no todos pudieron satisfacer las
expectativas generadas. Un solo ejemplo: la promesa programática en materia de
reforma agraria señalaba que al término del mandato habría 100.000 familias
campesinas propietarias. Pero solo resultaron 30.000. A su vez, los sectores
integrados de algún modo al sistema elevaron sus demandas de cambio más allá
del programa, porque el mismo Gobierno había dado pauta para exigir.
El programa del actual Gobierno tiene bastante
de "planificación global". Casi todos los ámbitos están cubiertos con
sustanciales mejoras. ¿Cuáles pueden ser las expectativas al 2018? Apuntamos
algunas más tangibles.
La cobertura en educación parvularia se
incrementará visiblemente, porque se habrán construido 4.500 nuevas salas cuna
(500 en 2014). Los docentes y todos los actores del proceso educativo
dispondrán de perfeccionamiento a través de acciones de formación continua,
porque en cada Región habrá un Comité Regional de Desarrollo Profesional. Amén
de que los profesores tendrán mejores remuneraciones y condiciones laborales.
Habrá 20 nuevos hospitales y estarán
construyéndose otros 20, 100 centros de salud familiar, 100 centros
comunitarios de salud familiar y 132 servicios de atención primaria de urgencia
de alta resolución; 400.000 niños pequeños de colegios Municipales y
subvencionados tendrán atención odontológica y, anualmente, 180.000 jóvenes de
4º medio la recibirán.
Habrá menores restricciones en el suministro de
energía y será más barata. La potencial escasez se habrá reducido. Los cientos
de miles de hogares que usan calefacción a leña tendrán mejor calidad de vida,
asegurándose el estándar del combustible. Todo, mejorando las condiciones
ambientales de las ciudades saturadas.
La agricultura familiar campesina estará
cubierta por un programa de desarrollo competitivo. Sus productos serán más y
mejores, con acceso a mercados y habrá una fuerte y constante alza de la
productividad en general, elevando la inversión en ciencia, tecnología e
innovación.
¿En 4 años? No es realista. Incluso parece
políticamente insano que especialistas, planificadores, apoyados en quién sabe
qué teoría o modelito extranjero, hayan creado expectativas en gente de Regiones,
sin tener condiciones objetivas para concretarlas. Pero se promete. ¿Es
responsable? Vea usted la reforma educacional (estudiantes y profesores están
disconformes y quieren más), y veremos lo que ocurrirá con otras aspiraciones.
Conste: hay sectores que exigirán cambios que no están en el programa.
¿Ejemplo? Ampliar la adopción a parejas homosexuales. ¿Y las salas cuna,
hospitales que se construirán, etcétera?
En los años 60 no fue bueno para el país. Don
Eduardo cosechó -sin proponérselo- un temporal que devino en tempestad. Ahora,
¿un nuevo ciclo? Seguro que no resultará como se planificó. Las predicciones de
cumplimiento son porcentualmente bajas y la señora Presidente algo sospecha: "En cuatro años no se puede lograr
todo... Cada Gobierno construye lo mejor posible". Que la Nueva
Mayoría modere sus ímpetus.
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