jueves, 21 de julio de 2011

Los “derechos” NO son cosas gratis.



Los “derechos” NO son cosas gratis.

En mi opinión es muy dañino para la sociedad que los individuos entiendan la palabra “derechos” como “cosas gratis”. Tener derecho a algo debe significar, a mi juicio, que nadie puede impedir a otro activamente o por la fuerza tener ese algo. Por ejemplo, si existe derecho de desplazamiento, no significa que deban regalarme autos o bicicletas, ni siquiera calles pavimentadas. Si existe derecho de reunión, no significa que deban regalarme un local para reunirme. Bajo esta óptica:


  • Si yo tengo derecho a la vida, esto no implica que alguien deba sustentar mi vida. Sólo implica que nadie puede matarme.


  • Si tengo derecho a la educación esto no tiene por qué implicar que la educación sea gratis. Lo único que significa es que nadie puede impedir a otro, activamente o por la fuerza, recibir educación. De ésto se deduce que los que violan el derecho a la educación NO son los que cobran por ella, sino los que se toman una institución e impiden por la fuerza a los demás ir a clases.


  • Si existe el derecho a la libre expresión, eso NO implica que deban proveérseme los medios para la expresar lo que yo desee. Si yo no tengo habilidad empresarial para crear y mantener un periódico por ejemplo, nadie tiene por qué garantizar la existencia de mi periódico. Si no me gusta la prensa del país, tengo derecho a asociarme para crear una que me guste más, no a debilitar mediante leyes a los medios que me desagradan.


  • Si yo tengo derecho a la salud, no viola este derecho quién cobra por sus servicios sanitarios, sino quien hace un paro e impide activamente a otros profesionales trabajar y a los pacientes atenderse.


  • Si tengo derecho a la libertad, eso no significa que me den todos los bienes necesarios para hacer cualquier cosa que me haya propuesto. Sólo que nadie me impedirá perseguir mis propios fines por mis propios medios. No tengo derecho a perseguir mis fines saqueando a través de la fuerza los medios de otros (por ejemplo, usando el poder coercitivo del Estado para hacer cumplir leyes). Así, si un grupo de trabajadores impide a otro grupo trabajar, está violando el derecho a la libertad de estos últimos. Si una ley impide a una mujer trabajar para obligarla a cuidar a sus hijos, está, al menos, limitando su derecho para labrarse un destino económico.


Esta interpretación de la palabra “derechos” me parece la única correcta y posible para lograr una sociedad justa y libre, y por lo tanto rica. Cuando los “derechos” implican que otra persona debe regalarme cosas, creo que ha empezado la decadencia moral y económica de una sociedad. Decadencia que puede llevarla a la esclavitud y destrucción.


¿Por qué opino ésto?

Porque las personas,incluso los ricos, se contagian con aquellas enfermedades llamadas pereza y conformismo, cuyo síntoma suele ser la profusión general de las frases “no puedo”, “es muy dificil”, “nadie lo ha hecho antes”, “todos lo hacen así”, “tengo mucho cansancio”, “todavía estoy en pijama”,”no puedo llegar a la hora”, “de ahí lo vemos”, “profe corra la prueba”, “yo quería leerlo pero se me quedó”, “me duele la cabeza”, “no leí el informe”, etc. No es algo abstracto y exclusivamente social, es un espíritu, un conjunto de sensaciones y actitudes con que el individuo enfrenta cada uno de sus movimientos y acciones. Lo digo porque he vivido el cambio del derrotismo, del resentimiento y del deseo de que me den cosas al optimismo y al placer del trabajo y el desafío. Hasta la salud mejora, y te das cuenta de que puedes hacer cosas que antes hubieras considerado imposibles para tí. Uno puede trabajar olvidándose del frío y del cansancio. Uno puede decir “no tengo tiempo de sentir pena o rabia”. Y después de alcanzado el objetivo, se siente algo increible cuando sabes que hiciste algo indiscutiblemente bueno venciendo dificultades que a otros hubieran sumido en la desesperación. Es una droga, literalmente. Pero la única droga que exije el despertar todo el poder intelectual humano.


La gente sometida a sociedades demasiado paternalistas ni siquiera nota de qué es capaz y cuánto puede resistir. Siente que todo le duele, siempre se queja de tener frío o calor y le duele mucho lo que opinan de él las otras personas. Tiene tiempo para chismes, farándula, pseudociencias,muchas reuniones sociales y muchos postgrados de dudosa utilidad. Proliferan los profesionales de tiza y pizarrón que después tardan años en encontrar trabajo. A la gente le cuesta concentrarse en una cosa hasta terminarla, o siempre está atrasada. No puede disfrutar del gozo de enfrentar dificultades dignas de un humano, y vencerlas. Aún más, las personas empiezan a exigir cosas que no desean realmente. Piénsenlo…¿no les parece sospechoso que todos exijan educación y a casi nadie le guste estudiar?


A las personas que son sobreprotegidas les han quitado, a mi juicio, su derecho a la vida buena, a la vida verdadera, que es una vida creadora y acumuladora de riqueza llena de sentido para el futuro. Creo que se tienden a volver como los animales inferiores al hombre que una vez que tienen comida, sexo y seguridad, se quedan en ese lugar y ya no desean progresar. Satisfacen su instinto de exploración mediante la televisión y sus instintos competitivos mediante el deporte y la politiquería.


Creo que el ser humano está llamado a tratar de salvar a todo el resto de la naturaleza de la extinción, de la violencia cósmica aleatoria, a asegurar cada vez más su destino y avanzar en una evolución consciente. Si no lo hace, se extinguirá igual que el sol cuando agote su hidrógeno para fusión. Porque es el único animal que sigue deseando cosas cuando ya ha asegurado sus parámetros vitales básicos, es el único que puede dar algo a las otras especies. Pero esto sólo será si le obligamos a sacar lo mejor de sí.


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