
Tenancingo, viaje a la
capital de la esclavitud sexual en México
Tenancingo
podría ser un pueblo mexicano cualquiera, con su iglesia en el centro, sus
calles de casas bajas y los caminos de tierra en los alrededores. Pero no lo
es.
El impresionante Ferrari rojo a las puertas de un motel, las
viviendas con torres de colores y cristales tintados, la camioneta Lincoln
aparcada en la calle no serían parte del paisaje en un pueblo mexicano
cualquiera, pero sí de Tenancingo, "la capital de la trata de
personas".
Así la han bautizado organizaciones de ayuda a las mujeres, que
advierten que en esta localidad de apenas 10.000 habitantes, ubicada en el
estado de Tlaxcala, cerca del 10% de la población se dedica al reclutamiento,
explotación sexual y venta de mujeres.
El camino que conduce a esta localidad del centro de México, una
carretera rodeada por volcanes, ya prepara al visitante. "¿Tenancingo?
¿Por qué quieren ir? Allí no hay nada que ver", advierte el empleado de
una gasolinera a pocas calles del desvío a la ciudad.
Pero en Tenancingo hay mucho que ver. Quizás por eso las
organizaciones de trata de personas se aseguran de que sus halcones o
vigilantes estén muy atentos a la llegada de forasteros.
"Hemos recibido denuncias anónimas de ese lugar, pero cuando
intentamos hacer el operativo para rescatar a las mujeres nos encontramos con
una red de halcones que vigilan desde un pueblo antes y advierten de la llegada
de cualquier auto ajeno a Tenancingo", le dice a BBC Mundo Irene Herrerías,
la Fiscal federal de la Procuraduría de Atención a Víctimas del Delito
(Províctima).
"Cuando llegábamos al lugar ya no estaban las víctimas ni
los tratantes", añade.
Las extravagantes mansiones -algunas, según las leyendas de los
locales, decoradas con oro en su interior- siguen ahí, pero sus habitantes
desaparecen.
La cuna de los padrotes
Este lugar tiene una larga historia de complicidad con la
explotación de mujeres. De aquí han salido las más importantes familias de
proxenetas o "padrotes", como dicen los mexicanos, y según el
gobierno de Estados Unidos, es el mayor foco de trata de personas en
Norteamérica.
Según Naciones Unidas,
es un punto crítico para la lucha contra la esclavitud sexual en todo el
continente.
Las propias
autoridades locales reconocen que Tenancingo tiene su lado oscuro, aunque
advierten que están trabajando para erradicarlo.
"Hay trata de
personas, pero no en la dimensión que se maneja, no puedo tapar el sol con un
dedo", reconoció recientemente a medios locales el alcalde del municipio,
José Carmen Rojas.
"En ese lugar
hay gente de bien que quiere borrar la leyenda negra del municipio,
estigmatizado por el problema de la trata de personas", dijo.
Negocio
familiar
Recientemente se han
aprobado leyes, tanto en Tlaxcala como en otros estados del país, para castigar
la trata con penas de cárcel más severas, pero según las autoridades, todavía
hay un gran obstáculo que dificulta la persecución de los criminales: la trata
es algo "normal" en algunas familias.
"El problema se
inició hace 40 o 50 años", le dice a BBC Mundo Emilio Muñoz, director del
Centro Fray Julian Garcés, que atiende a víctimas e impulsa nueva legislación
contra la trata en Tlaxcala.
"Los tratantes
empezaron a ganar dinero, lo que les permitió apoyar económicamente a la
comunidad, pagando fiestas e infraestructuras. Ser tratante se convirtió en una
aspiración para los jóvenes e incluso niños del pueblo… Se convirtió en algo
cultural", dice.
La trata se ha enraizado
tanto en Tenancingo que la explotación de mujeres se ha convertido en un
negocio familiar más. Y la especialidad de los padrotes de Tenancingo, su
denominación de origen, es conquistar a sus víctimas.
"Hemos visto casos de
rapto a la salida de puestos de trabajo y escuelas, o incluso venta de mujeres
en las comunidades indígenas, pero la técnica más utilizada es el
enamoramiento", dice Emilio Muñoz.
"Los tratantes van a
lugares del país altamente marginados, se presentan como comerciantes y enamoran
a las mujeres. Les prometen una casa, un buen coche… todo lo que ellas nunca
podrían tener. Luego las traen a Tlaxcala, donde las convencen para
prostituirse como única alternativa para que la familia sobreviva",
explica.
Los hombres heredan las técnicas
de seducción de sus padres, las madres se encargan de preparar las bodas entre
el padrote y la víctima, de convencer a las mujeres de que la prostitución es
el único camino.
Y de quedarse con sus
hijos cuando éstas son enviadas a Ciudad de México o a alguna gran ciudad de
Estados Unidos, asegurándose así de que las mujeres no escaparán a denunciar.
Rehenes de por vida
María, una joven
centroamericana, sabe lo que es sufrir este abuso.
Salió de su país con la
promesa de trabajar como mesera en un restaurante, pero fue vendida de
prostíbulo en prostíbulo. Ahora vive en un refugio para víctimas en México y
sueña con convertirse en futbolista.
"Algunos clientes te
tratan bien y otros no, pero yo doy gracias a Dios de que no me pasara nada,
algunas compañeras han acabado muertas", le dice a BBC Mundo.
"A mí me quitaron
todos los documentos y hasta el número de teléfono de mi mamá. Me decían que
tendría que trabajar hasta que pagara la deuda, el viaje que había hecho desde
mi país hasta aquí. Y que no intentara huir", cuenta.
Pero María no huyó. Fue
rescatada en un operativo de las autoridades migratorias.
"Muchas mujeres
explotadas se niegan a reconocerse como víctimas", explica la fiscal Irene
Herrerías.
"En otros delitos,
las víctimas acuden a las autoridades y denuncian -dice Herrerías-, pero ellas
viven enganchadas al tratante o están amenazadas por ellos".
Machismo
Tenancingo es sólo la cara más visible del
dinero que deja la trata de personas en México.
Las mujeres son reclutadas en al menos 11
estados de la República y explotadas por lo menos en otros nueve, incluyendo
Tlaxcala, pero también en grandes ciudades de Estados Unidos como Houston,
Nueva York o Miami, de acuerdo a los testimonios recogidos por el Centro Fray
Julián.
Este lunes, 27 mujeres fueron rescatadas en el
céntrico barrio de La Merced, la zona roja de la capital mexicana. Allí es
posible ver a plena luz del día a las mujeres, pero también a los padrotes, que
observan en la distancia.
Muchas de ellas están en la calle de manera
voluntaria, otras sufren la explotación de las redes en casas escondidas entre
los callejones de La Merced, obligadas a tener hasta 40 relaciones sexuales en
una sola jornada.
Como ellas, cada año miles de mujeres caen en
estas redes por todo el país, según ONGs de México y EEUU. Pero todavía no hay
cifras estadísticas claras que permitan entender la magnitud de este negocio.
"Hay un factor cultural muy
determinante", explica Felipe De La Torre, coordinador regional del
proyecto contra la trata de personas de Naciones Unidas.
"Gran parte de la sociedad mexicana tiene
todavía rasgos muy fuertes de machismo, por lo que hay una actitud en algunas
esferas de la sociedad resistente a aceptar que mujeres y víctimas pueden ser
forzadas a ejercer la prostitución", le dice a BBC Mundo el representante
de la ONU.
Así, tanto las que se quedan en México como las
vendidas como mercancía sexual en otras partes del mundo, las víctimas de trata
viven a merced de los padrotes.
Algunas, temerosas de que algo pueda ocurrirle
a los hijos que han tenido que dejar en los lugares donde fueron reclutadas.
Otras, viviendo una segunda condena: vivir
enamoradas aún de los hombres que les han robado su vida.
Tomado de BBC Mundo, textos de Ignacio de los
Reyes, México.
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