domingo, 28 de noviembre de 2010

El círculo virtuoso, por Felipe Larraín Bascuñán, Ministro de Hacienda.

El círculo virtuoso, por Felipe Larraín Bascuñán,

Ministro de Hacienda.

Chile ha iniciado una fase de crecimiento económico que puede llegar a ser un hito en nuestra historia. No porque las tasas y el ritmo al que crecemos sean inéditos, sino por algo mucho más significativo: puede ser el comienzo de la recta final para conseguir el objetivo de convertirnos en un país desarrollado antes de terminar esta década.

Estamos bien encaminados, qué duda cabe. Este año, luego del desastre del terremoto, la meta propuesta por el programa del Presidente Sebastián Piñera de crecer al 6% promedio anual será cumplida con amplia holgura en estos últimos tres trimestres. Todas las proyecciones para 2011 apuntan sobre 6%. Así, por segundo año consecutivo, Chile crecerá a un ritmo que no veíamos hace mucho tiempo.


Sin embargo, crecer y alcanzar el desarrollo no es sólo una meta programática. Para nuestro gobierno, más que un ideal, es un imperativo ético que hoy tiene sentido de urgencia. Conseguir el objetivo es abrir la puerta que conduce a derrotar la pobreza en Chile. Una pobreza que hoy tiene rostros y nombres de mujeres, hombres y principalmente niños. Estamos aplicando todo el esfuerzo para cumplir nuestro compromiso con ellos, para cambiar definitivamente la realidad en que hoy viven muchos compatriotas. Tenemos los recursos, las condiciones y la voluntad para lograrlo. Siempre lo hemos dicho: el crecimiento estable y sostenido es el único camino para terminar con la pobreza, para abrir oportunidades para la clase media y tener más y mejores empleos. No hay política social más eficiente, sólida y equitativa que el crecimiento, la educación y las oportunidades de trabajo.

Este año también se crearán más de 300 mil empleos, muy por sobre los 200 mil de la meta promedio anual de nuestro programa. Por otra parte, la inversión ha alcanzado cifras récord de crecimiento, lo que constituye un motor irreemplazable para generar más actividad, más puestos de trabajo estables y seguros, más recursos transformados en beneficios para todos los chilenos. Algunos que eran escépticos frente a las metas de nuestro gobierno, hoy comienzan a verlas más cercanas. Vemos con satisfacción que el ciclo virtuoso del crecimiento se expresa en múltiples dimensiones.


No obstante, sabemos que para que este impulso sea sostenible en el tiempo requiere de urgentes cambios en diversas dimensiones. Nuestras metas son ambiciosas. Implican desafíos importantes y requieren de gran creatividad y capacidad de innovar. Necesitamos aumentar significativamente nuestra productividad, que cayó en forma sostenida durante los últimos cuatro años, para aspirar a cumplir nuestra meta. Uno de los objetivos centrales es incorporar decididamente la modernización del Estado en este proceso.


El Presidente lo dijo claramente en Enade: 2011 será el año de las reformas estructurales, las mismas que, estando en nuestro programa de gobierno, no pudieron ser abordadas completamente este año por las dificultades y urgencias que nos impuso el terremoto. Una importante tarea en la agenda para 2011 será mejorar los gobiernos corporativos de las empresas estatales para agregar eficiencia y transparencia a su gestión, lo que se traducirá en mejores resultados y servicios para todos los chilenos.


Pero no hay crecimiento sostenido posible ni proyecto modernizador exitoso sin un elemento central: la confianza. Con gran satisfacción observamos cómo las encuestas de expectativas de las personas y las que se hacen a los empresarios revelan una sostenida mejora en la confianza. Este es un importante logro de nuestro gobierno que tiene consecuencias económicas muy precisas. La confianza de los emprendedores explica el dinamismo de la inversión, el que, después de todo, es una apuesta al futuro. Y la confianza de las personas explica la impresionante recuperación del consumo en bienes durables; los chilenos confían en que podrán responder los compromisos que hoy adquieren porque ven estabilidad y un horizonte futuro promisorio.


En estos meses hemos sido capaces de recuperar el diálogo y tal como lo demostramos en la reciente discusión por el Presupuesto de la Nación 2011 —que se aprobó en el menor plazo de los últimos 4 años— cumplimos los acuerdos. Sin embargo, la credibilidad es un activo que no podemos deteriorar. Por eso es indispensable mantener un ambiente constructivo que trascienda los intereses particulares de una determinada coyuntura. Asimismo, las reglas deben ser claras y estables, para que sirvan como guía para los que deben tomar decisiones diariamente.


Eso, sin embargo, no significa inmovilidad. Por el contrario, nuestro deber es estar constantemente evaluando qué podemos mejorar para que las cosas funcionen mejor. La meta es alta, el desafío es enorme; pero es factible. Podemos ser el primer país de Latinoamérica que derrote la pobreza y alcance el desarrollo durante esta década. Para lograrlo necesitamos el apoyo de todos los chilenos, sin distinción.

Tomado de Diario El Mercurio.