Invitación a la acción
Pablo Longueira M.
Andrés Chadwick P.
Senadores UDI
En el día de ayer, el presidente de la Democracia Cristiana, senador Ignacio Walker, escribió una columna titulada "Encuesta: malas noticias para todos". Compartimos su diagnóstico, su preocupación y el daño que significa para el país continuar por esta senda.
En el mundo global en que vivimos, los países pequeños y aislados geográficamente como el nuestro sólo alcanzarán niveles de ingreso y bienestar como los países desarrollados si su clase política está a la altura de los desafíos que nos pone el mundo de hoy.
No existe en estos 200 años de independencia de Latinoamérica ningún ejemplo de un país que haya sido capaz de alcanzar niveles de desarrollo, como sí ha ocurrido en otras latitudes. No se ha dado en nuestro continente ningún caso, y esto no porque seamos países chicos o pobres -porque hay ejemplos en nuestra región de naciones incomparablemente más ricas, más grandes y pobladas que otras más pobres y de diferentes tamaños en otros continentes que sí han logrado superar el subdesarrollo. Sin ir más lejos, Chile estuvo en un momento de su historia en una situación así, y no pudo.
Está demostrado que esto es posible. En todos esos ejemplos exitosos, ello sólo se ha logrado con políticos visionarios que, por sobre sus legítimos intereses partidistas, nunca se equivocaron en entender que primero están los intereses superiores del país. Un liderazgo político que es capaz de perseverar por un camino de desarrollo y progreso sin importarle las "popularidades" ocasionales, sino la firme convicción de avanzar hacia la construcción de democracias sólidas, generando crecimiento y riqueza, para construir naciones sin pobreza y con una adecuada distribución del ingreso.
El Chile de hoy lo hemos construido entre todos. Los que han estado en el gobierno, y también los que han estado en la oposición. La Concertación y la Alianza. Los dos grandes conglomerados que han liderado como nunca en nuestra historia un período de mayor consolidación democrática y de mayor progreso económico y social.
Nos sentimos parte de una generación de políticos que nos hemos comprometido a que las legítimas diferencias no sólo las resolveremos democráticamente, sino que también perseverando en un proyecto país que nos permita lograr niveles de desarrollo y progreso jamás alcanzados.
¡Qué orgullo sentimos todos cuando en todas las naciones y foros internacionales que visitamos nos ponen como ejemplo a seguir! Chile es mirado con admiración en el exterior. Todos sabemos que para ello es fundamental tener una visión de Estado en los temas más relevantes para Chile. Todos sabemos que ello sólo se logra alcanzando la mayor cantidad de acuerdos y consensos. Finalmente, todos sabemos que si perseveramos en ese camino, independientemente de los gobiernos de turno, podemos llegar a ser el primer país de Latinoamérica que alcance el desarrollo con una nación donde nadie viva en campamentos ni tenga ingresos bajo la línea de la pobreza.
Porque conocemos a Ignacio, no dudamos, cuando él nos dice "...me atrevo a decir, responsablemente, que la Democracia Cristiana está dispuesta para retomar el camino de los grandes acuerdos...", a invitarlo a pasar del diagnóstico a la acción. Partamos alcanzando al más breve plazo un gran acuerdo que restablezca el imperio de la norma constitucional que establece que la iniciativa de gasto sólo será facultad del Ejecutivo, como ocurrió en los 20 años de gobiernos de la Concertación. Nunca un presidente de comisión o sala aceptó una división, indicación o proyecto de ley que significara mayor gasto para el Estado, porque todos respetamos invariablemente la norma constitucional que así lo establece.
La responsabilidad fiscal junto a los equilibrios macroeconómicos han sido la viga maestra del Chile que se ha construido y del que deberemos seguir construyendo en las próximas décadas. Ella debe recaer siempre exclusivamente en el Ejecutivo. La esencia de la democracia es la alternancia; nadie sabe qué coalición gobernará en el futuro.
Hay dos vías: ir todos al Tribunal Constitucional a respaldar la norma constitucional, o una iniciativa legal que sea clara y categórica y que impida cualquier interpretación errónea, ratificando dicho principio.
1 comentario:
Seria muy bueno saber quienes nos miran como ejemplo
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